Hago míos los argumentos expresados en este envío que me llega sobre las declaraciones del obispo de Tenerife. Perfectamente explicado en argumentos que a los veteranos del periodismo nos suenan a manidos, quizás porque estamos acostumbrados a convivir con la miasma. Yo sólo añadiría un detalle, que la estupenda explicación toca de forma tangencial: la de que la pederastia es mayoritariamente, abrumadoramente, homosexual. Ambas aberraciones se confunden e identifican, pues ambas -homosexualidad y pederastia- constituyen dos agotamientos de la sexualidad creativa y estupenda que se produce entre hombres y mujeres libres, capaces de comprometerse, de donarse, de entregarse. Y, para comprobar la relación, diría entre homosexualidad y pederastia, sólo hay que recurrir a los informes policiales (curiosamente no se hacen públicos bajo este enfoque): la inmensa mayoría de los pederastas prefieren los niños, no las niñas. Sí, también hay canallas que buscan niñas, pero son los menos. La relación entre homosexualidad y pederastia es una de esas evidencias que la progresía niega con aullidos de ira y que, en cuanto alguien, en este caso el obispo de Tenerife, se atreve a tocar... pues le crucifican... como al valiente don Bernardo Álvarez. Y como tanta hipocresía empieza a provocarme arcadas, vamos a dar un paso más, otro tabú progre: la homosexualidad no sólo está directamente relacionada con la pederastia sino que acabará relacionada con el incesto, otra de las bestialidades que crecen en nuestra sociedad. Eulogio López eulogio@hispanidad.com