Por prescripción facultativa se me han prohibido leer subproductos informativos, razón por la cual no me está permitido acceder a la lectura de Libertad Digital, pero de vez en cuando, dos veces por día, no más, alguien viene a turbar mi placidez enviándome cartas como la que publicamos en esta misma edición. Refiérese el remitente a un artículo publicado en el subproducto por un subsahariano, que es como ahora se llama a los negros, de nombre Walter Williams. El subsahariano, en pliego recogido por el mencionado subproducto arremete contra una próxima encíclica de Benedicto XVI. Veamos, el amigo Walter afirma que el Papa bendice a los maleantes de la OCDE, y ataca la desgravación fiscal. Yo no me fiaría mucho de un proyecto de encíclica reseñado por un diario, pero, ya puestos, conviene no confundir, como al parecer hace Williams, o quizás Libertad Digital, desgravación fiscal con evasión fiscal. Porque vamos a ver, ¿por qué habría de meterse un Papa con la desgravación fiscal?

Pero es que, además, el artículo de marras llega a darle duro al Papa por darle duro a los paraísos fiscales. Porque claro, llegados a este punto, conviene un buen rasgado de vestiduras. Defender los paraísos fiscales no sé ya si es propio de neo-liberales o de neonatos o de neo-gilis.

Bien está que luchemos contra los impuestos abusivos. De hecho, en todos los cuentos infantiles, el mal príncipe es aquél que fríe a impuestos a sus súbditos, mientras el buen Rey es el que libera de tasas a sus amados ciudadanos. Y es cierto que el poder de los gobiernos depende de su voracidad fiscal, a veces casi confiscatoria. Pero una cosa es protestar contra los impuestos -y luchar porque bajen- y otra no pagar lo estipulado.

Ahora bien, defender la sinvergonzonería de los paraísos fiscales (por donde todos los millonarios eluden el impuesto al fisco, los conductos financieros del narcotráfico, el terrorismo, la prostitución y, en suma, la insolidaridad), parece hasta demasiado neoliberal, más propio de un neonato o, me temo, de un neogili.

A lo mejor es esto lo que llaman "delirios neoliberales".

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com