Pero es que, además, el artículo de marras llega a darle duro al Papa por darle duro a los paraísos fiscales. Porque claro, llegados a este punto, conviene un buen rasgado de vestiduras. Defender los paraísos fiscales no sé ya si es propio de neo-liberales o de neonatos o de neo-gilis.
Bien está que luchemos contra los impuestos abusivos. De hecho, en todos los cuentos infantiles, el mal príncipe es aquél que fríe a impuestos a sus súbditos, mientras el buen Rey es el que libera de tasas a sus amados ciudadanos. Y es cierto que el poder de los gobiernos depende de su voracidad fiscal, a veces casi confiscatoria. Pero una cosa es protestar contra los impuestos -y luchar porque bajen- y otra no pagar lo estipulado.
Ahora bien, defender la sinvergonzonería de los paraísos fiscales (por donde todos los millonarios eluden el impuesto al fisco, los conductos financieros del narcotráfico, el terrorismo, la prostitución y, en suma, la insolidaridad), parece hasta demasiado neoliberal, más propio de un neonato o, me temo, de un neogili.
A lo mejor es esto lo que llaman "delirios neoliberales".
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com