Sr. Director:
Rajoy es el líder de una derecha que quiere estar en la oposición. Sí, parece un contrasentido, pero a la derecha le produce pavor recuperar la Moncloa. Y mientras tanto los socialistas se frotan las manos. Ellos, que no han hecho nada.
Rajoy tiene días, a lo mejor horas, para convencer y convencerse a sí mismo de que tiene el poder, el control, la confianza de los votantes de un partido que puede desaparecer del mapa si no desbanca al PSOE en las elecciones que se celebrarán dentro de seis meses.
La derecha de Rajoy, (no la que quiere Fraga), es la que tiene que dejar atrás una oposición que por accidente practica.
La gran derrota del PP comenzó con la espantada de Aznar. El ex presidente del Gobierno fue el primero en echarle una mano al PSOE de Zapatero. Quiso designar al mejor hombre, y eligió a Rajoy. Pero con su decisión desarmó a Rato, lo envió al extranjero. Rajoy se quedó con el aparente poder, y solo, muy solo. En Génova ha descendido la temperatura.
Una democracia consolidada –la nuestra lo es- pero alejada de las frivolidades políticas es la que más oportunidades tiene de convencer a los ciudadanos que cada cuatro años acuden a votar.
La abstención no es un fenómeno caprichoso. Es la respuesta de una sociedad ante una clase política despiadada y deshumanizada. La abstención es la herramienta en manos de los que no quieren cambios, en manos de los que no quieren que hombres generosos y enteros se adentren en la política.
Mientras tanto la mediocridad se instala en el poder de la Nación. Mirar a la derecha o a la izquierda produce escalofrío. Y desde las tribunas de los gurús informativos se pide la aparición de salvadores. ¡Cuánto miedo! Otra vez los salvadores para salvar los trastos y evitar la catástrofe democrática.
Lo que ocurre es que Rajoy tiene en sus manos un juguete peligroso que se llama Partido Popular. Es peligroso porque está a punto de estallar en mil pedazos. El PSOE, que no tiene ideología ni patria, es el que mejor lo pasa en estos momentos. Se descompone a la intemperie y nadie se preocupa. A eso se le llama dictadura mediática. La sociedad no tiene constancia del estado de putrefacción del socialismo, pero sí de la cuenta atrás en la derecha española.
Mientras un partido radical de izquierdas nos ha conducido al borde del abismo, los españoles no se sienten legitimados para castigar a los responsables de esa desgracia colectiva.
Ni siquiera con el fracaso en la lucha contra ETA, con el efecto llamada, con el aislacionismo internacional, con la depauperación de la economía casera, ni siquiera con el insulto sistemático a las víctimas de ETA, el PSOE pierde terreno ante un PP que tiene suelo, pero vive en la tundra más inhóspita.
Mariano Rajoy es el líder de un partido que no aprende a ganar. Está atormentado por una derrota electoral y aterrorizado porque las elecciones se acercan. Sus elecciones.
Lorenzo de Ara
aracipriano@hotmail.com