El rumor corre por las mesas de analistas de toda la Eurozona. Los bancos alemanes están utilizando el peso germano en el BCE, en pleno interregno entre gobernadores, para colocar su deuda griega. En teoría, es una operación de mercado perfectamente realizable pero implica un claro trato de favor a las entidades alemanas, cuando se ultima el plan de recapitalización bancaria y cuando es un clamor que la deuda griega contará con una quita del 50%.
En otras palabras, los activos de los que se están desprendiendo a toda prisa las entidades alemanas, especialmente el Deutsche Bank, y cargándolo al balance de la autoridad monetaria común, es muy probable que, en pocos días, sean activos tóxicos. Eso sí, a cambio -¡Cuánta solidaridad!- las entidades alemanas se muestran dispuestas a aceptar una quita del 50% sobre la deuda griega… que ya habrán evacuado en la mayor cantidad posible.
En esta Eurolandia del "sálvese quien pueda", los alemanes pretenden una Eurozona de varias velocidades, que en la práctica se concretaría en imponer quitas -quiebras parciales- sobre el bono de los países con más dificultades, como Italia o España, algo que ha criticado, en la mañana del martes 18, el presidente del Grupo Santander, Emilio Botín.
En este sentido, el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha advertido, durante un visita a una empresa vasca que España no aceptará ninguna quita sobre su deuda: "Hasta ahí podríamos llegar, el Tesoro español siempre ha pagado su deuda".
Y, por la cuenta que le trae. Rajoy ha explicitado todo su apoyo a Zapatero ante la que puede ser su última Cumbre Europea y en la que va a tratarse sobre el eterno problema de la deuda soberana.
Está claro que la solidaridad europea es un concepto del pasado fundacional y que Angela Merkel y Alemania se han situado justo enfrente del resto de la Unión.
Eulogio López
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