En muchos disco-pubs, discotecas y otros lugares de reunión juvenil de la capital de España un chico no puede entrar con zapatillas deportivas, pero una chica puede entrar en bragas. Lo segundo atenta contra la decencia, pero lo primero, mucho más grave, atenta contra el estilo (hasta la canción del verano va por ahí).

En ninguno de esos locales se puede fumar, pero resultaría extraño que alguien censurara una fornicación en directo. Pero es que lo primero atenta contra la salud, y lo segundo contra el alma (y contra el estómago).

En los lugares de trabajo se puede blasfemar o faltarle al respeto a una mujer, pero sería peligroso confesar que a uno le gusta el vino. El puritanismo -en alza, recuérdenlo- postula el culto al cuerpo y crece en el miedo a la vejez y a la muerte. Por tanto, el pecado más grave es el alcohol y el tabaco. Todo sea por entregarle al enterrador unos pulmones y un hígado en perfecto estado.

Una periodista casada y madre de familia acudió al Ministerio de Trabajos y Asuntos Sociales para solicitar subvenciones que le ayudaran a montar su propio negocio y crear su propio puesto de trabajo. La respuesta no pudo desanimarla más: prostitutas, madres solteras, mujeres sin hijos, drogadictas, divorciadas, maltratadas... todas tenían prioridad sobre ella, un ejemplar tan vulgar que sólo se había casado una vez, permanecía con su pareja e incluso tenía hijos.

Conclusiones:

1. Nos hemos vuelto todos idiotas.

2. La moral no es higiene, ni es estil es adecuación a la naturaleza de la persona.

3. Para el poder, tolerancia consiste en favorecer a las minorías en contra de la mayoría. Es más, contra el pueblo sí puedes atentar (e injuriarle, abofetearle y masacrarle, siempre que se haga en nombre de la tolerancia), pero ni se te ocurra tratar a una minoría como excepción: eso sería una grave muestra de intolerancia.

Y es que puede parecer una paradoja, pero lo que vivimos es una ola de puritanismo, semejante a la Ley Seca norteamericana. Pero no nos esclaviza moral alguna (por lo general, la moral nunca esclaviza: o asesina o libera), lo que nos esclaviza es la inmoralidad y la moda, que suelen ser amigas íntimas.

Eulogio López