En España sólo se crea un 11% de contratos indefinidos. Todavía hay bancos de inversión que insisten en una bajada del precio del dinero en Europa (2%). Más que el modelo norteamericano, en Europa hablan del modelo británico: poco paro, dinero no tan bajo y sector público en descenso.
Pequeño desastre en la Eurolandia. A 31 de diciembre, los 12 países que tienen al euro por divisa común crecían un 1,6%, según las cifras facilitas por Eurostat. No, un 1,6% continúa siendo un crecimiento muy lamentable. Las inversiones crecieron el 1%, el consumo un 0,5% y el incremento de las importaciones duplicó al de las exportaciones.
Por eso, no es de extrañar que, según la macroencuesta empresarial que hoy ha presentado en Madrid el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, los empresarios más optimistas de Eurolandia sean los españoles, y los más pesimistas los germanos. Dos de cada tres empresarios españoles entrevistados piensa aumentar su volumen de negocio en 2005 y cuadriplicar la creación de empleo.
En España, el paro descendió en enero en 6.000 personas, con lo que el número de desempleados inscritos en las oficinas del INEM se sitúa en 1,7 millones. Llevamos 10 años hablando de burbuja pero la construcción sigue siendo el gran motor creador de empleo.
Para el sindicato UGT, el modelo económico español se está agotando, porque se basa en trabajo mal apagado, precario y de baja productividad. Sin embargo, en el Gobierno están felices, y piensan que España continúa creciendo y creando empleo a fuerte ritmo. Mientras, los sindicatos aseguran que el empleo español es precario y con sueldos bajos, y que eso no puede durar. En efecto, sólo el 11% de los contratos que se crean en España son indefinidos. Según UGT y Comisiones Obreras, ese modelo está agotado, pero, al parecer, y a pesar del agotamiento, el modelo sigue caminando, nadie sabe hacia dónde.
Toda esta batería se conocía en la mañana del miércoles 2. Por eso, todos los ojos se vuelven otra vez, como en lo viejos tiempos, hacia Francfort, sede del Banco Central Europeo (BCE), que preside Jean-Claude Trichet. El BCE se ha alejado de la corriente impuesta por la Reserva Federal norteamericana, donde Alan Greenspan ha ido elevando los tipos, cuartillo a cuartillo, hasta el 2,50%, tras un lustro por debajo de los europeos. Ahora, Trichet se enfrenta a la doble presión. Por una lado, los políticos, especialmente Chirac y Schröder, que quieren una bajada de tipos. Y por otro, el sistema bancario, que tiembla ante la posibilidad de que eso se produzca. Los grandes bancos no saben vivir con dinero barato y los ejercicios 2002 y 2003 han constituido un desastre para sus cuentas de resultados. Ahora que empezaban a recuperarse, les atemorizan con nuevas bajadas. E insistimos, todavía hay analistas de muy prestigiosos bancos de inversión que abogan por un descenso del precio del dinero en Europa, cuando el consenso del mercado es que si algo tenía que ocurrir, era un alza del precio del dinero en Europa. Pero la actitud de Trichet tiene cierta lógica: Europa se mantiene en el 2%, tipo históricamente reducido, y que incluso incurre en la herejía del precio del dinero por debajo de la inflación, pero siempre teniendo en cuenta que Estados Unidos crece por encima del 4%, mientras la Unión Europea se muestra incapaz de alcanzar le 2%.
Al mismo tiempo, las asociaciones empresariales siguen vendiendo el modelo norteamericano de despido libre y prestaciones sociales reducidas. En este sentido, la derecha económica europea (en este apartado hay que introducir al Gobierno del socialdemócrata-verde de Alemania) apuesta, más que por el modelo norteamericano, por el británico, que implica una gran flexibilidad laboral pero manteniendo los puntos clave del Estado del Bienestar.