Ha comenzado el nuevo curso y se aviva la polémica sobre la Educación para la Ciudadanía. La que más está afectando al Gobierno es la crítica procedente de la Asociación de Catedráticos de Instituto (ANCABA), que afirma que constituye una intromisión en temas de conciencia y que ha fracasado antes de implantarse, porque provoca un conflicto innecesario. Su presidente Julián Martín, catedrático de Lengua y Literatura españolas, asegura que Educación para la Ciudadanía es una asignatura "innecesaria, con numerosos componentes ideológicos y políticos que la hacen cuando menos discutible". La educación en comportamientos y actitudes corresponde a los padres, no a la escuela.

Coincido plenamente con ANCABA. La Constitución, los sistemas políticos o las relaciones sociales están ya integrados en las asignaturas de Historia y Filosofía. Si se estudian en Educación para la Ciudadanía, tal como está concebida, surgirá un conflicto gratuito en la sociedad y en los centros. Además, los libros de texto están ideologizados.

El catedrático Martín dice que esta materia ha fracasado ya por enfrentar a la padres y que encierra el peligro de invadir el ámbito de lo personal e incluso de ir más allá de lo que establecen los propios programas.

ANCABA, con 3.000 catedráticos, ve normal que los padres estén recelosos del tratamiento de aquellos temas que tocan a la esfera de la intimidad personal, de la conciencia, y recurran a la objeción de conciencia para salvaguardar sus derechos.

La asociación ha comprobado que los alumnos llegan a los institutos con gran carencia de valores. Pero los colegios no pueden convertirse en un "hospital de almas adolescentes". Esto no se arregla con Educación para la Ciudadanía. Los padres deben ocuparse de educar a sus hijos.

Clemente Ferrer Roselló

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