El primer ministro turco abandonó el Foro de Davos de forma grosera, dejando a sus contertulios con la palabra en la boca

Mientras, la Audiencia Nacional encausa al Gobierno hebreo.
Le encanta ser el centro de atención. Es susceptible, y asegura que todo el que se acerca a él con ánimo conciliador le ha pedido perdón. Rencoroso, jamás olvida una ofensa y juzga a todo el mundo mientras asegura que todo juicio sobre él es espurio. O sea, que nos encontramos ante un señor de soberbia sólida, maciza.

Es Tayyip Erdogan, el primer ministro turco, el amigo de Zapatero y socio en su alianza de civilizaciones. Ocurrió en Davos, donde se reúnen los ricos del planeta para arreglar el mundo y a ser posible sus economías particulares con un baño mediático global, que eso siempre ayuda a hacer negocios y a alimentar el ego, especialmente de ex poderosos, como Bill Clinton. Erdogan acusó a los judíos de matar gente en Gaza para, a renglón seguido, abandonar la sala, cuando el presidente hebreo, Simón Peres, le dijo que en Turquía harían lo mismo si estuvieran lanzando misiles contra su población.

No es que hagan lo mismo, es que hacen más. Cada dos por tres, Turquía penetra en territorio de Irak y masacra a los kurdos. Eso por no hablar del fundamentalismo rampante que reina en Turquía, donde, a pesar de decirse régimen laico, los cristianos bien amedrentados y no son infrecuentes los asesinatos de fundamentalistas islámicos contra misioneros. No olvidemos que el partido de Erdogan es, precisamente, fundamentalista.

Por otra parte, el juez Fernando Andreu, de la Audiencia Nacional, acusa al Gobierno judío de realizar una matanza de palestinos en 2002, en una operación de asesinato selectivo de un líder de Hamás, en la que murieron civiles.

Bien está que la Audiencia rectifique la teoría Garzón y ataque a gobiernos o regímenes en ejercicio, aunque en este caso sea un régimen singular, democrático y trasparente (en la media en que lo son las democracias actuales, más bien poco. Es sabido que el superjuez, ahora aspirante a la Presidencia de la Audiencia nacional, sólo pisa el rabo del león después de muerte o abatido (Pinochet es un claro ejemplo) pero que no se atreve con el tirano en ejercicio, como Fidel Castro.

Andreu, cambia el tiro y se atreve con un poder en ejercicio... sólo que contra la única democracia de Oriente próximo. No me extraña que los hebreos estén hasta el gorro de España y de Europa.

Eulogio López

eulogo@hispanidad.com