Leña al mono hasta que hable inglés. Esta parece ser la estrategia seguida por algunos medios de comunicación mexicanos, que en los últimos días han emprendido una campaña de acoso y derribo contra laAsociación Pro Vida. El asunto ha ocupado las portadas y los informativos de televisión. ¿La noticia? Un presunto desvío de fondos del Ministerio de Sanidad a esta asociación que los habría dedicado a la compra de plumas Mont Blanc y a bikinis de señora. Todo un escándalo... si fuera verdad.

 

Pero da lo mismo porque se trata de los pro vida y atizar a los pro vida siempre sale gratis. Ya saben, nunca dejes que la realidad te desmonte un buen reportaje. Y mucho menos si éste va en portada. Sobre todo, si se trata de esos meapilas de los pro vidas que se dedican a salvar vidas y ayudar a las madres en dificultad en vez de apuntalar los supuestos derechos de las mujeres a deshacerse del "paquete" y si te he visto no me acuerdo. Todo muy social.

 

Vayamos a los hechos. En diciembre de 2002, la Cámara de los Diputados autorizó el gasto de 30 millones de pesos (cerca de 2,5 millones de euros) para el programa de los Centros de Ayuda para la Mujer del Comité Nacional Pro Vida. Dicha partida presupuestaria exigía el aporte de otros 32 millones de pesos en servicios por parte del citado Comité que, además, se comprometió, en convenio firmado con el Ministerio de Sanidad en enero de 2003, a fundar 10 centros de ayuda y evitar 5.000 abortos en el año.

 

A 31 de diciembre de 2003, Pro Vida reporta la fundación de 12 centros y el salvamento de 7.280 abortos. Es decir, un éxito. Durante los primeros meses de 2004, Pro Vida reúne todas las facturas de la operación y en abril presenta gastos por 31 millones de pesos, un millón más de lo presupuestado. No obstante, en marzo se hizo una primera revisión de facturas en las que aparecen cinco no correspondientes a la autorización del gasto, entre ellas, las ya famosas en México plumas Mont Blanc, ayudas institucionales a personas con parálisis y unos cursos de formación en un lugar conocido como el Castillo de Branstoc.

 

Obviamente, Pro Vida reconoce que las facturas no forman parte del objeto del programa y pide la retirada de dichas facturas, quedando fuera desde el primero de julio. Una información conocida por los afanados reporteros, que prefirieron obviar la realidad para que el palo fuese más vistoso.

 

En cuanto a los polémicos "bikinis", Pro Vida alega que forman parte de la partida de ropa y despensas para señoras de escasos recursos contemplado en el Programa de Ayuda a la Mujer. Obviamente es discutible si los bikinis forma parte del espíritu del Programa de Ayuda a la Mujer, pero, en cualquier caso, se trataba de una factura equivalente a poco más de 50 euros para varios productos de ropa íntima femenina.

 

¿Qué es lo que ha pasado? Pues que en la vorágine de la actividad diaria, siempre hay alguien que se considera en el derecho de abusar. Y trataron de hacerlo. Con escaso éxito porque las facturas ajenas al programa fueron sacadas de la contabilidad. Y en la gestión de los 30 millones de pesos es posible que algunos de los gerentes del programa no fueran especialmente escrupulosos a la hora de medir las necesidades reales de las mujeres atendidas.

 

Pero fijarse en estas menudencias cuando el resultado importante es que Pro Vida ha conseguido evitar 7.280 abortos, 2.280 más de los previstos, parece un exceso. Si hacemos la cuenta, el Estado ha invertido 30 euros por madre y Pro Vida otros 30. Y el resultado es una vida humana -que visto desde una óptica egoísta- es ya un contribuyente. O sea, un negocio redondo.

 

Si aplicáramos la misma lupa, nos podríamos encontrar a ex presidentes del Consejo de la Juventud pasando la factura del Abono Transportes cuando ya no tienen derecho. El Tribunal de Cuentas tiene una sección específica para los alcances de los carteros. Y me apuesto doble contra sencillo a que más de un médico y enfermera de la Seguridad Social se lleva alguna gasa o medicina a casa.

 

¿Alcance? Sí. ¿Mala práctica? Sí. Pero pongamos las cosas en su sitio. Nadie monta un escándalo porque un médico que salva vidas realice una llamada telefónica a un familiar en Estados Unidos. Pero con Pro Vida sí, ¿por qué? Porque a la cultura de la muerte le escuece el testimonio vivo de personas que "queman" sus vidas para que otras puedan disfrutar la suya. Así de simple.

 

Luis Losada Pescador