Qué manera más frívola de describir lo ocurrido con las preferentes islandesas.
A mi madre se las colocaron con 86 años en el año 2008, efectivamente al 6,25%, no al 7 ni al 10 como he oído por ahí. Se le explicó que cobraría un cupón trimestral y que a los cinco años se las amortizarían, incluso en el contrato aparecían como b.n. landsbanki que vaya a saber usted.
Mi madre (atendiendo a su cartera de inversiones) era una jubilada que cobraba 6oo euros de pensión, cuando su piso que era alquilado llegó a costarle al final de su vida, esa misma cantidad. Para poder sobrevivir, se fio de una asesora del Deutsche Bank (en este caso nos fiamos porque yo iba con ella) que conocía desde hacía más de 30 años y que era en realidad su administradora por las características que desarrollaba con mi madre. Efectivamente tuvo preferentes de otros bancos con anterioridad, tuvo fondos de inversión de India, Brasil, Hungría, etc., etc.
Por supuesto que no respondían al perfil que se supone conservador de una señora de esa edad, pero al desconocer completamente ese tipo de mercados y al confiar (grave error) plenamente en su asesora-amiga de toda la vida, mi madre se limitaba a confiar en aquella persona que parecía se cuidaba mucho de sus inversiones. Cuando llegó la crisis de 2008, la susodicha inversora no daba ninguna señal de vida mientras los mercados se desmoronaban y mi madre iba perdiendo poco a poco el capital del que había ido tirando para completar su pensión.
Cuando fui consciente de lo que estaba ocurriendo, fui yo misma la que tuve que decirle a mi madre que tenía que vender sus fondos de inversión cuanto antes porque se iba a quedar sin nada. La asesora-amiga no avisó para nada de lo que estaba pasando hasta muy al final, que me llamó cuando uno de esos fondos había bajado de 12.000 euros a dos mil y pico. Mi madre se arruinó y el colmo fueron las preferentes islandesas de las que en 2008 le llegó el aviso de que el Deutsche Bank avisaba de la quiebra de Islandia, pero lo más importante, avisaba que ellos no eran responsables de nada y que nos las apañáramos, que ellos habían comercializado el producto y no eran responsables (¡¡!!). Ahora sabemos que ese banco, como otros tantos, mandaba avisos a sus empleados para que "colocaran" dicho producto prioritariamente, como ahora ha ocurrido en España…
Mi madre perdió cerca de 60.000 euros (la totalidad de sus ahorros de toda una vida) sin poder comprarse un piso nunca, pero afortunadamente murió en diciembre de 2008 sin enterarse de nada. Mi hermano y yo hemos heredado unas acciones preferentes del Landsbanki por valor de 30.000 euros pero que están valoradas por el banco actualmente en 18,75 euros y si queremos demandar al banco, tenemos que ser conscientes de que si desestiman nuestra demanda, los costes del procedimiento ascenderían a 6.000 euros más abogado, procurador, etc. con lo que comprenderán que no es plan cuando los jueces no se han puesto de acuerdo y ante iguales casos están saliendo sentencias tanto a favor como en contra…
¿Le parece usted que mi madre era una espabilada que quería forrarse con sus ahorros?
Pues así hubo muchos, muchísimos, y ni la CNMV ni el banco de España a quien escribí en su día para que me ayudaran a entender lo que había pasado, todavía no se han dignado contestarme.
Rosa María Guidera Soriano