El Congreso ha aprobado la LOMCE, la ley de Educación del ministro Wert. En Hispanidad ya hemos dejado claro lo que nos gusta y lo que no nos gusta de la norma. Desde luego, la enseñanza de la religión en las escuelas, pedida por la mayoría de los padres españoles, se resiente, como se resiente la escuela privada, que es la única que ofrece calidad y menos instrumentalización de la chavalería.

Y es que, no nos engañemos, Wert es un progre de derechas. Por eso, ni se ha planteado el cheque escolar, la única forma de pararle los pies a la demagogia de los progres de izquierda, el único instrumento que le otorgaría el poder a quien lo merece.

En cualquier caso, ¿Cómo ha reaccionado la izquierda Los nacionalistas a lo suyo: la educación me importa un bledo, lo que quiero es que usted no me quite poder en mi predio particular. Hasta CIU, el único grupo nacionalista consciente de que está en el Congreso de Diputados y, por tanto, debe servir a los intereses de todo el país, no sólo de los catalanes, tampoco ha dado la talla esta vez. Se ha quedado en sus reivindicaciones particulares.

El PSOE simplemente se ha echado al monte. Llevará la norma ante el Tribunal  Constitucional (como todos los proyectos de ley) mientras amenaza con echarla abajo cuando llegue al poder (cosa bastante difícil si no se alía con la izquierda radical y con los jacobinos de UPyD) y pide a los libreros y otros gremios relacionados con la ley que no se adecúen a la norma porque, sencillamente, la van a boicotear.

Pero lo que late al fondo es algo más grave. Lo que late al fondo es el cainismo español, verdadera columna vertebral de la España actual, partida en dos entre sus orígenes cristianos y el imperio de la cristofobia.

Lo demostró la diputada comunista Caridad García (en la imagen), cuando habló de que toda la enseñanza debería ser pública, de "titularidad y gestión pública" porque es la única forma de lograr la igualdad y la "cohesión social". Así que ya saben lo que significa 'cohesión social', es decir, el lavado de cerebro anticristiano de los niños desde su más tierna infancia.

Que de eso estamos hablando, no de otra cosa.

España cainita, donde los más ideologizados, la izquierda progre, acusa a la cobarde derecha pepera de 'ideologización'. Sí, España camina hacia una guerra civil. Por ahora no llegamos al enfrentamiento armado, pero el enfrentamiento civil ya lo tenemos. Por ahora, el campo de batalla son las mentes y los corazones de los niños, sí como el derecho a la libertad de enseñanza de los padres.

En resumen, España vive en enfrentamiento civil entre cristianos y cristófobos. Esperemos que no llegue a enfrentamiento armado. Sinceramente, no me extrañaría.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com