Sr. Director:
La adopción de dos niños por parte de dos lesbianas en la Comunidad de Navarra ha dado mucho que hablar desde muchos puntos de vistas, como la moral, el derecho, la libertad sexual, la educación, etc.
Sintetizando ideas interesantes, se puede decir que el problema de equiparar una relación entre homosexuales con una entre heterosexuales está en que no sólo está en juego la libertad sexual de cada uno, sino también la posibilidad de procrear nuevos seres humanos. También, en este intento de igualar relaciones, hay que recordar que la sexualidad esta íntimamente relacionada con la afectividad, lo que supone poder manifestar el amor, no sólo con los sentimientos y con la razón, sino además, con la complementariedad que ofrece el sexo entre mujer y hombre. Ya que permite mostrar al otro su entrega de un modo muy claro. Qué curioso, que, fruto de este acto sin trabas, aparezca una vida nueva. Es como, el fruto del amor, entre dos personas que se quieren. En el caso de imposibilidad de tener hijos, por parte de los heterosexuales, esto no quiere decir, que no se pueda manifestar su amor en este acto. Todo esto, además, asegurado, con la permanencia de su disfrute con la unión tan fuerte que supone un matrimonio, bien formado.
Con respecto a los hijos adoptados, nos olvidamos de sus derechos como el derecho a un padre y una madre. En cambio, pensamos que los que adoptan están en derecho a ello, sólo porque se quieren. En todo caso, es una ayuda, no un derecho, la que prestan queriendo adoptar para sacar adelante a esos niños. Vamos, que porque libremente elijan una opción sexual, no tienen derechos especiales, porque tampoco es un derecho de los heterosexuales el tener hijos o adoptarlos. Sino una posibilidad.
Álvaro Gil