Provoca un efecto expulsión que impide la financiación de familias y empresas A 31 de marzo, el saldo vivo de la deuda de las entidades financieras en deuda pública ascendía a 116.622 millones de euros. Mucho dinero que provoca lo que los economistas califican de crowding-out o efecto expulsión. Si los bancos prestan al Estado, no tienen margen ni liquidez para hacerlo a empresas y familias.
Y el fenómeno será creciente, porque el discurso antes era que teníamos margen de déficit. El discurso ahora es que tenemos márgen de deuda. Y es que según señaló Salgado este miércoles, según las previsiones de la Comisión, España cerrará con un ratio deuda/PIB del 50,8% frente al 77,7% de la zona euro o el 72,7% de la media de la UE. Es decir, tenemos 27 puntos de margen. Con moderación, selectivos, pero margen. Es una de las fortalezas de la economía española.
El discurso es triplemente perverso. En primer lugar porque el déficit y el sobreendeudamiento que se superpone a la privada deberá ser revertida. Y el ajuste siempre resulta doloroso. En segundo lugar porque más deuda adquirida por las entidades financieras es menos margen para financoiar operaciones privadas productivas. Y en tercer lugar porque los planes del Gobierno para inyectar liquidez en las entidades se han convertido en planes para financiarse a sí mismo en un viaje de ida y vuelta muy poco productivo.