Así llamaba Unamuno a los germanófilos del Kaiser, y así habría que llamar hoy a los germanófilos españoles de la señora Merkel.

Es curioso, siempre se ha dado en España una peligrosa vena de admiración hacia los alemanes, más intensa cuanto más nos arreaban desde Berlín. El IV Reich se ha cargado a Grecia, Portugal, Chipre, y en parte a Irlanda, y ahora pretenden acabar con España e Italia. Luego vendrá Francia, que va a ser presa de la especulación financiera anglo y de la voracidad sajona, pongamos este mismo otoño, cuando su banca entre en crisis. Lo del IV Reich es una guerra en toda regla, sólo que esta vez el campo de batalla es el déficit público y los mercados. Es decir, la especulación, financiera, forma actual con la que el pez grande se come al chico.

El IV Reich reproduce los esquemas doctrinales y sentimentales -sobre todo sentimentales, que son los peores- de los otros tres. Un par de ejemplos bastarán: "No se puede hacer una guerra con sentimentalismo. Cuando más despiadado sea el desarrollo de la guerra, más piadoso es en realidad, porque tiene tendencia a acabar más pronto". Lo dijo el mariscal Von Hindenburg, el hombre que le daría el paso a Hitler. Y marca la pauta sobre cómo se está construyendo Europa.

Esto viene antes del canciller Bismarck (antes del III Reich y mucho antes del IV), que decía a sus tropas: "Tenéis que infligir a los habitantes de las poblaciones invadidas el máximo sufrimiento. No tenéis que dejar al país que atravesáis más que los ojos para llorar".

Pero las ideas del IV Reich se han extendido mucho por Europa. Por eso Europa no funciona, claro, porque la gente sensata del viejo continente puede ser llamada a la unidad del continente, pero no a la unidad desde la tiranía de Berlín.

Olli Rehn, hombre del IV Reich, fiel esclavo de Prusia, exige que los españoles nos bajemos el sueldo un 10%. Y lo mismo hace Christine Lagarde, para quien lo único que importa en el mundo son los acreedores. Lo cual es de alabar, sí, pero mientras no se extorsione al deudor. Lagarde y Rehn (en la imagen) son 'tontos a la prusiana'.

Eulogio López

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