Hoy tienen todos los ingredientes que hay que matizar, porque algún malvado -léase La Sexta, por ejemplo- ha metido en el mismo saco, de repente y como quien no quiere la cosa, a los tres últimos directores gerentes del FMI. A saber, además de Lagarde, el también francés Dominique Strauss-Kahn y el español Rodrigo Rato.
Primera puntualización. Rodrigo Rato dejó el timón del Fondo porque le dio la gana. Hacía mucho deporte en los sótanos del organismo -como él mismo contó-, se cansaba mucho y lo dejó. No le salpicó ningún escándalo en el interín. Prefería volver a España y lo hizo.
Segunda puntualización. Dominique Strauss Kahn tuvo que dimitir en 2011 por el grosero incidente de violar a una inmigrante de Guinea en el Hotel Sofitel de Nueva York. Las escenas, con el protagonista en el calabozo y muy despeinado, dieron la vuelta al mundo. Ni a su mujer, vaya por Dios, le sentaron nada bien.
Tercera puntualización. Christine Lagarde, que sucedió en el cargo a Khan, está imputada en el 'caso Tapie', un empresario muy rico amigo de Sarkozy al que le adjudicaron 403 millones de euros. Es en ese caso, debido a su "negligencia", en el que está imputada Lagarde. Pero está imputada, no condenada, lo que rige para el principio de causa-efecto. Es decir, que es inocente mientras no se demuestre su culpabilidad.
Eso de la generalidad sectaria, ya me entienden, debe ser contestado con el rigor imparcial. De los demás -el futuro de su carrera política o su cese- saquen sus conclusiones ustedes mismos.
Sólo le recuerdo un caso, el de Demetrio Madrid, el primer presidente democrático, del PSOE, de la Junta de Castilla y León. Tuvo que dimitir de su cargo en 1986 tras ser imputado en un caso de justicia laboral. Quedó absuelto tres años después, en 1989, pero ya nadie se acuerda de él. Dejó la política.
Mariano Tomás
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