Sr. Director:
La representación pictórica de La Última Cena da mucho de sí.
No sólo Dan Brown se sirvió de ella para acomodar su heretical romance entre Cristo yMás incomprensible resulta que este cuadro y otros semejantes permanezcan expuestos en el "Dommuseum" vienés, vinculado a la catedral católica de San Esteban. ¿Qué estaría pensando el Cardenal Christoph Schönborn al permitir semejante ultraje, en un museo que se jacta de adoctrinar apropiadamente a sus visitantes sobre San Esteban y la fe cristiana?
Hay cosas que no se entienden y la primera es cómo se puede servir a Dios y Satanás sin que uno entre en una esquizofrenia profunda.
María Ferraz
fermar42@gmail.com