El director de la Fundación Vida, Manuel Cruz, lamentó que la Sociedad Española de Ginecología y Obstectricia (SEGO) "haya desaprovechado la oportunidad de defender los valores de su profesión, al limitarse a defender la vida de los fetos de más de 22 semanas y sanos, condenando a los que no alcanzarán esa fecha sean viables o no, sobre todo si tienen alguna discapacidad".

"El ginecólogo, como médico, tiene que defender la vida desde el momento en que ésta existe, sin entrar en valoraciones de cuándo es o no viable el feto independiente de la madre. Además, en su función de médico muy cercano de la mujer, no deberían olvidarse de ésta, a la vista de los graves efecto físicos y psicológicos derivados de la interrupción voluntaria del embarazo, y que han sido denunciados con evidencias científicas por instituciones como el Royal College of Psychiatrists británico", subraya el directivo.

La Fundación Vida  recordó que existen evidencias científicas de que "un niño de 19 semanas está tan vivo como el de las 22, y posee las mismas posibilidades de sobrevivir si se le da la oportunidad, por lo que no es un argumento sostenible desde el punto de vista ético".

Además, Manuel Cruz quiere condenar las soluciones propuestas por esta sociedad para los niños con deficiencias. "Es monstruoso que se quieran mejorar las técnicas de diagnóstico prenatal para que no se supere ese límite que ellos mismos marcan para que se pueda decidir quién tiene derecho a vivir".

"Si los mismos médicos insisten en presentar las discapacidades como cargas insuperables a los padres, ningún niño que no sea perfecto tendrá sitio en este mundo, y esto provocará el genocidio de los niños con cualquier síndrome, en especial el de Down", lamentó el director.

Sin embargo, la Fundación Vida sí que apoya las medidas propuestas para salvar a los niños que pudieran ser viables a partir de las 22 semanas, así como la advertencia de la SEGO de que el aborto no es un método anticonceptivo, por lo que propone "una campaña de concienciación que salvaría muchas vidas, tanto de los niños como de esas madres que quedarán marcadas para siempre con el síndrome postaborto".

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