Por su interés, publicamos el artículo publicado en Alba por el director de Opinión de Hispanidad, Javier Paredes. Interés del artículo e interés del libro.
No se pueden leer más de diez páginas seguidas sin que a uno se le ponga un nudo en la garganta... Y surge una y otra vez la misma pregunta al concluir cada capítulo : pero yo... ¿de qué me quejo? ¡Aprende a darle sentido al sufrimiento! Tan chato y plano suele ser nuestro actuar, que uno se siente reconciliado con la especie humana cuando descubre el comportamiento extraordinariamente ejemplar de la familia de Miriam, una niña con síndrome de Down, capaz de mantener el siguiente diálogo :
-Mamá, cuando vaya al Cielo ¿tendré síndrome de Down? Toya [su hermana] dice que no lo tendré.
-No sabemos cómo seremos en el Cielo, seremos los mismos pero de otra manera [contesta la madre].
-Es que si no tuviera síndrome de Down, no sería yo. (pág. 186).
La respuesta de la niña es una manifestación de haber alcanzado un equilibrio emocional como consecuencia de haberse sabido aceptar a sí misma, a pesar de sus limitaciones. Y es que a largo de las páginas uno no sabe qué es lo que más le emociona, si la lucha ejemplar de la familia de Miriam por sacar adelante a esta criatura y a otras como ella o las impresionantes lecciones de Miriam, que a pesar de su síndrome de Down, en cada página nos recuerda que también ellas poseen la suprema dignidad de la persona y, por supuesto, que tiene muchas cosas que enseñarnos.