La Conferencia Episcopal estadounidense firmó un documento a través del cual penaliza la indagación con células madre embrionarias. La creación de estas células "implica el asesinato deliberado de seres humanos inocentes, es un acto gravemente inmoral. El verdadero servicio a la humanidad comienza con el respeto a la vida humana".

"El falso supuesto de que un fin bueno puede justificar el asesinato directo, ha sido el origen de muchos males en nuestro mundo".

"Desde la concepción, un embrión es tan miembro de la especie humana como cualquiera de nosotros. Desde el punto de vista biológico este nuevo organismo vivo tiene la dotación completa de genes humanos". Recuerdan los obispos que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, se basó en que todos los seres humanos han sido creados iguales por Dios.

No es legítimo utilizar los embriones que han sobrado de los tientos de la reproducción artificial con el pretexto de que están destinados a la muerte. "La validez de este argumento es sencillamente nula. En última instancia cada uno de nosotros va a morir, pero nadie tiene derecho matarnos".

Juan Pablo II afirmó que la matanza de criaturas humanas inocentes, incluso si se lleva a cabo para ayudar a los demás, constituye un acto absolutamente inaceptable.

Clemente Ferrer Roselló

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