Y creo que aún más representativo de la sociedad de la muerte en la que vivimos es que los abortos representan el 80% del total de defunciones en el planeta. Es decir, uno de cada cuatro seres humanos concebidos no nace, y 8 de cada 10 fallecidos son asesinados en el vientre materno por su propia madre (por sus propios padres si así lo desean). Se trata de abortos quirúrgicos: de los químicos, que supongo duplicarán a los quirúrgicos, y que en verdad pueden calificarse de crímenes silenciosos, dado que nadie se entera de ellos, supongo que ni los autores, mejor no hablar.
Apunten este otro dato del macabro reloj de la humanidad actual. Los suicidios esperan en un 30% a todas las muertes violentas, incluidas guerras y no incluido el aborto. Me cuesta creer que en toda la historia haya existido una civilización tan triste como la actual. Eso sí, avance imparable en la producción de automóviles, bicicletas y computadoras. O sea, que, en lenguaje zapateril, esto marcha. Progresamos. Nunca la sociedad estuvo tan bien. Sus miembros arrastran su desesperación, en perpetuo estado de postración, deprimidos, suicidándose o asesinando. Pero la sociedad, lo que se dice el colectivo humano, marcha de madre.