En la tarde de hoy lunes 9 de febrero, la Comisión de Desarrollo y Cooperación del Parlamento de Estrasburgo aprobará un informe que analiza la evolución de las conclusiones de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, diez años después de la celebración del encuentro de El Cairo. Posteriormente, ese informe será debatido en el plenario del Europarlamento.
La genial e inteligente intervención del portavoz de la Santa Sede, Rafael Navarro Valls, y la firme postura manifestada por el Papa Juan Pablo II permitió que el resultado de El Cairo fuese aprobado por el Vaticano. Con enmiendas, pero aprobado. La batalla en la ciudad egipcia fue dura y desigual. La Administración Clinton tenía literalmente "compradas" a las delegaciones del G-7. Las "Women Caucus", Internacional de Planificación Familiar IPPF y las "Católicas por el Derecho a Decidir" tenían tomados los pasillos de la convención.
La representante española, Cristina Alberdi, estaba en su salsa: "Habíamos luchado durante muchos años por los derechos de las mujeres y ahora podemos hacerlo en la máxima institución internacional". Por supuesto, Alberdi no observaba entonces -ni ahora que es asesora de "violencia de género" de Esperanza Aguirre- el grave problema demográfico español señalado por José María Aznar.
Pero la advertencia de ese "joven" de 83 años llamado Juan Pablo II también despertó a quienes creen en la sacralidad de la vida. Asociaciones pro-vida de todo el mundo se dieron cita en El Cairo para evitar que el aborto fuese considerado método de planificación familiar. Fue el principal éxito. El resto se consensuó gracias a una ambigüedad semántica que obligó a elaborar "lexicoms" para entenderse en aquella Torre de Babel.
Han pasado diez años de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo y tanto Nueva York como Bruselas preparan un documento de balance. Obviamente, la cultura de la muerte insiste en su cabildeo político. Un cabildeo tan institucionalizado que la IPPF presume de disponer de una rama parlamentaria. También en España, donde realiza labores de "sensibilización" en ocho comunidades autónomas desde 1987 y gozan del generoso apoyo financiero de la Secretaría de Asuntos Sociales. No conviene olvidar que el gran "éxito" de esta internacional de la muerte es haber "sensibilizado" al Gobierno chino en la política del hijo único por mujer.
Tanto en Nueva York como en Bruselas, el lobby pro-muerte se esmera con un entusiasmo digno de mejor causa. Y así, el informe comunitario que hace balance de la aplicación de las conclusiones de El Cairo establece, en su punto 7, recomendaciones para los estado miembros: subrayar la libertad de elección sexual del individuo, ofrecer suficientes métodos anticonceptivos, y posibilitar interrupciones voluntarias del embarazo con asistencia médica.
Por si fuera poco, el informe pro-abortista que se aprobará esta tarde en Estrasburgo, viene acompañado de 67 enmiendas. Tres de ellas de eurodiputados democristianos que, lejos de velar por el derecho de "todos" a la vida, y apoyar a la madre en situación de dificultad, presentan enmiendas centro-reformistas fruto del complejo. Por ejemplo, la enmienda 29 presentada por María Martens (Países Bajos) y Mario Mantovani (Italia) critican que los estados europeos se hayan sumado a la "Política de la Ciudad de México", impulsada por los Estados Unidos restando fondos a las organizaciones que fomentan el aborto como método de planificación familiar. Una actitud que califican de "deplorable" a pesar de que las conclusiones de El Cairo y el informe de Estrasburgo Cairo 10 contempla explícitamente la condena del aborto como método de planificación familiar.
Curiosamente, una enmienda redactada en los mismos términos que la pregunta parlamentaria presentada por la diputada socialista Clemencia Torrado Rey el 17 de abril de 2001. ¿Será que el lobby parlamentario del IPPF les "sugiere" a sus señorías dónde deben de incidir? Leyre Pajín y Clemencia Torrado son las picas del IPPF en el Parlamento nacional. La misma asociación presume de su trabajo de cabildeo en la sede de la soberanía popular. Ambas diputadas han insistido en la ausencia de dotación presupuestaria del Gobierno español a los compromisos del Programa de Acción de El Cairo. "Casualmente" la misma crítica que establece el informe de Estrasburgo, que lamenta que los estados miembro sólo hayan cubierto el 45% de sus compromisos presupuestarios para financiar programas de la eufemística salud sexual y reproductiva y "empoderamiento" de las mujeres.
El caso de Concepción Ferrer (cferrer@europarl.eu.int) es diferente. En la 30ª enmienda al informe, la diputada de Unió Democrática de Catalunya "deplora que sectores conservadores hayan logrado restringir e incluso reducir, sin proponer ninguna alternativa, los fondos previstos para planificación familiar, y que, por ejemplo, los Estados Unidos hayan congelado sus compromisos con el Fondo de Población de Naciones Unidas". Ferrer critica la ausencia de alternativas de los "sectores conservadores", pero conoce los programas de desarrollo social de diversas ONGs y las "alternativas" propuestas y realizadas por esos "grupos conservadores". ¿Por qué esta enmienda? ¿Por qué no condenar el tono pro-abortista del documento?
Concepción Ferrer ha sido gran defensora de la presencia de las raíces cristianas en el Preámbulo de las instituciones europeas y ha sido sensible a los problemas de los embriones en su regulación comunitaria. Sin embargo, esta vez el centro-reformismo le ha devorado. Quizás porque el conocido lobby de mujeres comunitario es muy poderoso. O quizás porque se siente poco acompañada. No sabemos. Pero su enmienda "no-me-taches-de-conservadora" resulta absolutamente impropia de una trayectoria política ejemplar. ¿Qué tal una rectificación pública?
Luis Losada Pescador