No sólo Honduras ha aprovechado que el Pisuerga pasaba por Valladolid para abandonar sus tropas del avispero iraquí. También La Caixa ha optado por hacer las maletas del consorcio creado para financiar la reconstrucción de Iraq. Si en la política la decisión de Zapatero puede arrastrar a otros estados, en finanzas la actuación de La Caixa puede ser la puntilla del semi-fracaso de la Conferencia de Donantes.

 

En ambos casos, se trata de una huida del peligro y del coste, por mucho que el flamante ministro de Defensa, José Bono, trate de disfrazar el muñeco. La reunión mantenida por miembros del CNI con los rebeldes iraquíes así lo demuestra. Pero más allá de las valoraciones políticas, lo relevante, desde la óptica empresarial, es la cercanía de La Caixa al nuevo Gobierno moviendo fichas previamente pactadas en despachos socialistas. Primero, la toma de posiciones en Telefónica. Después, el anuncio de desinversiones en sectores no estratégicos. Y ahora, la retirada del plan de reconstrucción de Iraq. Sin ninguna duda, la entidad financiera catalana es la gran beneficiaria del nuevo Ejecutivo Zapatero.