Se dice que la burocracia tiene vida propia e incluso que los papeles procrean, que cuando se crea un organismo público sigue existiendo por los siglos de los siglos, y que no hay comisión ministerial que no tienda a engordar.

Pues bien, la burocracia también se revela contra sus jefes. Ejempl el consejero de Trabajo y Asuntos Sociales de la Embajada española en Australia, Santiago Villalta, lleva viviendo en aquel país desde hace casi 15 años. Y no le va mal, entre otras cosas porque su hijo tiene una enfermedad grave (que supone una minusvalía en un 90%) y lleva recibiendo tratamiento en Australia de forma, si no exitosa, sí al menos muy gratificante.

Y ahí empieza la cosa. Cinco años en Canberra parecen excesivos, por lo que alguien programó su relevo. Hasta ahí todo lógico dentro de los usos diplomáticos. Sin embargo, Villalta alegó su especialísima situación, lo que fue comprendido por todos. Le apoyó su jefe directo, el embajador español José Ramón Barañano Fernández. Asimismo, el Ministerio de Asuntos Exteriores era partidario de atender la petición de Villalta y la subsecretaria del Ministerio, Aurora Domínguez, atendió la petición que le llegaba del embajador y prometió interesarse en el caso. Parece ser que la gente de Caldera, en Trabajo, también apoyó la petición del interesad era lo lógico, lo humano y no provocaba mayores alteraciones en el servicio.

Pues bien, este es el día en el que el traslado de Santiago Villalta y su familia continúa adelante, y previsiblemente se llevará a efecto. La burocracia se ha rebelado contra sus jefes y el expediente no ha sido detenido. ¡Qué cosas!