Sr. Director:
Es indudable que el diseño textil español supera cotas de calidad por años, compitiendo con los números uno, Francia e Italia. Esto no quita que se pueda, ni se deba frivolizar en frases del momento. Menos aún si quién las hace es ministra, en éste caso Carmen Calvo.
Arguye Calvo en la pasarela Cibeles, que el mercado de China representa un problema, pero también hay que atreverse a penetrar en él porque puede abrir posibilidades, y que en cuanto a la problemática compete también a Industria.
Resulta que el reciente acuerdo textil con China que permite la entrada antes de plazo y en mayor cantidad, después del bloqueo de 48 millones de jerseys, 17 millones de pantalones, medio millón de blusas, 1,6 millones de camisetas, 3,4 millones de sostenes y 1.470 toneladas de hilo de lino en los puertos europeos, fue España quién votó a favor del mismo en los dos Comités de la Unión Europea -cómo relata en éste medio un lector de Hispanidad-.
País asiático donde recientemente se ha condenado a diez años de prisión a un periodista por difundir noticias de la matanza de Tianamem, ni se respetan los derechos humanos. País donde el capitalismo comunista crea trabajadores esclavos y clases oligárquicas de partido dueñas de las empresas.
Antes de la importante visita del presidente Rodríguez, el año pasado entre enero y abril, la importación de calzado chino en la UE creció entre un 681% respecto al año anterior y los precios medios cayeron un 28%. Más baratos y mayor cantidad que el dragón chino obtiene se sus súbditos para fortalecer la potencia del Estado. Lejos de actuaciones de apoyo real a nuestros productores, el ministro de Industria José Montilla, envió en su momento una carta al comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, arguyendo que la entrada de calzado chino estaba poniendo en peligro la supervivencia de un sector que emplea a 317.000 personas en Europa.
Estos datos combinados con el galopante incremento de nuestro déficit exterior, no son para tomárselos a broma. Menos aún para frases de salón, animando a los diseñadores al mercado chino. Mientras preocupa el difícil sostenimiento de la sanidad y le preservación de los derechos de los trabajadores, es China la que inunda nuestros mercados con productos elaborados por personas con escasos derechos fundamentales. La Bota china inunda nuestros mercados, pero peor aún es la bota del Estado chino que pisotea los derechos de su pueblo. Nosotros aquí frivolizando.
José Carlos Navarro Muñoz