Los secuestradores mantuvieron a la familia del secuestrado en una pesadilla que ya dura 17 años.

El esposo secuestrador, José Antonio Ramón Teijelo, tiene apariencia de profesor titular de enseñanza secundaria. Un aspecto de sabiduría triste, que revela un afán por mejorar las cosas que no ha acabado de cosechar sus frutos, lo que le ha generado una cierta desilusión vital. Ella, su secuestradora esposa, Manuela Ontanilla, tiene el aspecto de una funcionaria educada en la rectitud moral de normas y pólizas, aunque una mirada de amargura nuble su burocrático rostro.

El tercer grapo responde al nombre de Vicente Sarasa Cecilio y su imagen resulta más simple. Tiene pinta de ser, cómo lo diría, un poquito cabrón, dotado de una de esas sonrisas que constituyen, antes que nada, una inquietante amenaza.

Son los tres detenidos –ahora hay una cuarta, ya en prisión, María Victoria Gómez, a quien no desearía como vecina, (en la imagen)- por secuestrar al empresario zaragozano Publio Cordón. 17 años después de su muerte hemos conocido sus rostros.

Esta es una historia de precrisis porque, aunque les cueste creerlo, el mal ya existía en el mundo antes de las 'subprimes'.

Estos tres terroristas del  GRAPO, luchadores del pueblo, secuestraron a Publio Cordón, le trasladaron a una casa de las afueras de Lyon (Francia) y taladraron su vida y las vidas de sus allegados. El empresario –¡Olé sus redaños!- intentó huir y murió en esa huída. Si es que ocurrió así y no le asesinaron ellos.

Ahora bien, estos bastarditos –en un intento de emplear el concepto sin aludir a sus madres, en principio totalmente ajenas a sus retoños- no sólo cobraron el rescate, unos 2,6 millones de euros, sino que se deshicieron del cadáver y mantuvieron el dolor de la familia de la víctima –el peor dolor, la incertidumbre- durante 17 años. Y porque les han cogido, claro está.

Viví en Zaragoza dos años y medio y por eso retengo muchos amigos en la zona y me llegan las chafarderías del mentidero callejero de Mañolandia. La especie que se me grabó en la mente aseguraba que el bueno de Publio había planteado y/o aprovechado su propio secuestro para marcharse a Sudamérica con muchos millones bajo un brazo y una amante bajo el otro. Y mientras, estos miserables callaban y la injuria se unía a la infamia.

Un detalle: la hija de Manuela ejerce labores de educadora social en un ayuntamiento de la provincia de Sevilla. Desconozco si está afectada por los recortes pero no parece mala dedicación. A fin de cuentas, siempre he desconfiado del espíritu onegero. Su madre, ahora detenida, acudía a visitarla desde Francia donde vivía con el sabio cazurro –esto es, natural de León- don Ramón Teijelo.

Y luego esta María Victoria Gómez, otra 'grapera', la ya encarcelada, quien también habría participado en el secuestro y en el silencio doloso. Muy doloso.  

Y todo esto, piénsenlo pero no lo comenten demasiado. No es una historia edificante.