Ni un euro de dividendo, salarios de 450.000 euros para cada uno de sus cinco socios directivos y el Tripartito catalán con la mosca tras la oreja

El presidente de Indra, Javier Monzón, aspira a suceder a César Alierta como presidente de Telefónica, pero lo tiene bastante difícil. En su día no pudo ser consejero delegado, especialmente porque Alierta tuvo buen cuidado en amortizar la plaza que dejó libre Fernando Abril-Martorell. Y, en cualquier caso, antes de soñar con la gloria, debe arreglar sus problemas en Indra, especialmente su problema catalán, llamado Europraxis.

Para un conglomerado de casi 20.000 trabajadores de alta cualificación, como es la actual Indra-Soluziona, que cinco señores, los cinco socios directores de la consultora Europraxis, salgan por 450.000 euros per capita anuales, resulta bastante sangrante. Europraxis es un modelo de utilización de apellidos políticamente ilustres, a los que se paga por encima de lo que aconseja el mercado y la sensatez, a cambio de que consigan tratos de favor para la compañía (ver Hispanidad del viernes 8).

Lo malo es que esos contratos han servido para más bien poca cosa. Sin embargo, el grupo Europraxis, dirigido por Javier Piera Serra, conocido como "el motero", le costó a Indra 8.000 millones de las antiguas pesetas, sin que hasta ahora haya aportado un solo euro a la compañía, aunque eso sí, ha aumentado los gastos de personal y, lo que es más grave, creado agravios comparativos en un momento en que Javier Monzón y su segundo, Regino Moranchel, debían integrar Soluziona y Azertia en una sola marca.

No sólo eso, se supone que si se trataba de conseguir un trato amable en Cataluña, el tiro ha salido por la culata. Aún hoy, los mejores clientes de Europraxis son la propia Indra, Unión Fenosa, accionista de Indra, y el holding industrial de La Caixa. Es decir, que la aportación es mínima. Es más, Europraxis se ha convertido en un problema político de primer orden desde la llegada del Tripartito catalán, como puede verse en las siguientes informaciones de prensa. Y por si fuera poco, las inspecciones fiscales que ha originado la compra de Europraxis.

La connotaciones políticas de Indra están empezando a rozar el ridículo. Por ejemplo, a pesar de las tendencias filosocialistas del propio Monzón para contrarrestar la inclinación convergente que revela Europraxis, al presidente de Indra no se le ocurrió otra cosa que fichar al ex delegado del gobierno del tripartito catalán en Madrid, Santiago Torres

Conclusión, antes de lanzarse a sus sueños de sustituir a César Alierta como presidente de Telefónica, Monzón tiene que hacer los deberes: Europraxis. Por el momento, reducir los salarios de Europraxis y arreglar determinados privilegios que ofenden a la plantilla. Un detalle: no se entiende, en la sede de Indra, en la Avenida de Bruselas, en la localidad madrileña de Alcobendas, por qué la citada filial tiene la sede separada de la central, con un coste anual extra de 600.000 euros anuales. En Barcelona, la sede de Europraxis no está en el flamante nuevo edificio de Indra en el parque tecnológico 22@, y hasta Javier Piera, director general de Indra sólo tiene despacho en la sede de Europraxis, en el pleno centro barcelonés.

¡Cuidado Monzón! Florentino, el nuevo hombre fuerte de Indra, podría enfadarse.