Es lógico que muchos se sientan enfadados por los sacrificios que se nos han impuesto. Pero no deja de ser llamativo que sean los empleados del sector público los que más protestan.
Su labor social es esencial pero ahora se les pide un esfuerzo como a todos los españoles, con la atenuante de la estabilidad. La protesta es un derecho. Pero no parece la actitud más conveniente en un momento en el que España está pasando por uno de los peores períodos de su historia, en el que hace falta capacidad de iniciativa, creatividad y no lamento.
Todas las aportaciones que se hagan para construir una alternativa que nos permita mantener en pie el "sistema del Bienestar" deben ser tenidas en cuenta. Absolutizar el mercado no es la respuesta.
El papel del Estado sigue siendo importante, sobre todo para hacer posible una sociedad fuerte. Pero no parece que los manifestantes del pasado sábado llevaran a Madrid muchas propuestas para trabajar en esta dirección.
Jaume Catalán Díaz