Presumido, superficial, muy preocupado de su epidermis, hedonista, consumista, sin familia conocida. ¿Quién es este monstruo? Pues aunque no se lo crean es el vivo retrato de nuestros jóvenes. Al menos, el que ofrecen los anuncios televisivos.
Imagen de la juventud en la publicidad televisiva revela, gracias al análisis efectuado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, cómo quieren los publicitarios que los telespectadores veamos al hombre del mañana, de quien dependerá nuestro futuro. De seguir en su espiral consumista, cuando sea mayor será un frívolo devorador de perfumes, teléfonos y automóviles. Qué triste.
Tras un análisis exhaustivo de los anuncios emitidos por siete cadenas españolas, cinco de ellas nacionales, de los jóvenes publicitados ignoramos muchas cosas importantes: cómo es su familia, si trabaja, qué estudios tiene, si está preocupado por los demás… En cambio, parece que le preocupa especialmente la belleza y el cuidado del cuerpo, el placer, el éxito, la satisfacción sexual y tener amigos.
La publicidad televisiva emplea estereotipos muy marcados. El atractivo físico se destaca mucho más en las chicas que en los chicos. La delgadez y el desnudo tienen nombre de mujer. De las féminas sabemos hasta la saciedad qué ropa interior usan y cómo es el bañador con el nadan en la piscina o en el mar.
El estudio sostiene que los modelos propuestos por la publicidad desempeñan un papel considerable en la formación de la personalidad de los jóvenes. Son pocos los que piensan que los mensajes publicitarios les dejan indiferente; la mayoría reconoce que les influyen. Como profesional de la publicidad, me uno a los autores en su petición a las agencias de publicidad de un cambio de planteamiento, para que no ofrezcan retratos distorsionados de los jóvenes, sino que procuren el fomento de los valores universales que hoy brillan por su ausencia.
Clemente Ferrer Roselló
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