Sea por el espíritu de revanchismo de los socialistas o sea por la necesidad psicológica del presidente de rendir honores a su abuelo asesinado por los nacionales, la realidad es que el proyecto de memoria histórica está reabriendo las heridas que parecían cerradas. Y como todo el mundo tiene un muerto en el armario, los libros de historia que tratan de recuperar la memoria se están multiplicando : desde el recuerdo de las checas anarquistas, hasta la memoria de las víctimas de Paracuellos, incluido su verdugo, Santiago Carrillo. Por supuesto, la gesta de la defensa de El Alcázar ha vuelto a la memoria colectiva.
Y es que muchos no están dispuestos a que la recuperación de la memoria sea selectiva. Así que vuelven a resucitar los famosos pantanos franquistas y las infraestructuras desarrolladas por los tecnócratas. Afortunadamente, el gobierno parece mantenerse firme en que la recuperación de la memoria sea histórica y monetaria, pero no jurídica. La vicepresidenta De la Vega tiene claro que las sentencias franquistas no son revisables sin dañar irremisiblemente el entramado jurídico-institucional. Al fin y al cabo, tanto la monarquía de D. Juan Carlos, como la actual democracia tienen su anclaje en el régimen anterior. Un poquito de por favor.
Y en este contexto, el filósofo de la Universidad de Oviedo, Gustavo Bueno, asegura que la recuperación de la memoria no es sino un instrumento que el PSOE utiliza como arma arrojadiza contra el PP. Lo más curioso es que Bueno no es nada sospechoso de pepero, sino más bien de todo lo contrario. ¿No es hora ya de pasar página y fijar la mirada en el futuro?