Es la lucha empresarial del siglo XXI, la que se libra entre propietarios y gestores. El equipo gestor de Iberdrola, capitaneado por Ignacio Galán, reclama de la CNE que aplique la norma de Rodrigo Rato según la cual, si controlas una compañía eléctrica, no puedes superar el 3% de los derechos políticos en una competidora. Es decir, justo lo que reclama el primer accionista, la constructora ACS, que controla Unión Fenosa con un 40% y camina hacia el 46, y que posee el 12,3% de Iberdrola.
No parecía necesario, dado que en la City nadie dudaba de que la comisión impediría a Florentino Pérez esta excepción. Entre otras cosas, porque el todopoderoso vicepresidente Pedro Solbes, al igual que el responsable de Industria, Joan Clos, ya habían advertido que no les gusta la fusión Fenosa-Iberdrola. Precisamente, lo llamativo es que, a pesar de ello, Galán haya preferido poner una pica en Flandes y convertir la guerra fría en guerra abierta.
En el interregno Galán ha hecho de todo para librarse de la presión creciente de Florentino Pérez: desde absorber a Scottish Power –una jugada aplaudida desde el ministerio de Economía- a buscar nuevos accionistas, como Alicia Koplowitz. Florentino ha respondido comprando más iberdrolas. Además, se guarda su baza de vender Fenosa, por ejemplo a los italianos de ENEL, y comprar iberdrolas.
Ahora, lo único que hay que evitar es que, una vez más, el río revuelto de la batalla entre españoles se convierta en ganancia de pescadores foráneos… tal y como ha ocurrido en Endesa.