El genial Jaime Campmany decía que Zapatero tiene una flor en el culo, o que había nacido de pie. Pero lo dijo demasiado pronto, recién llegado a La Moncloa antes de que los grandes augures del país vislumbraran la perspectiva opuesta, mucho más tenebrosa: ZP es un gafe horrible.

La cosa empezó con las Presidenciales norteamericanas de noviembre de 2004. Desde Moncloa se apoyó con desfachatez al demócrata John Kerry, con la idea, absolutamente lógica, de que si la guerra de Irak era ilegal, el candidato demócrata iba a arrasar. Además, las encuestas, que siempre ayudan, aseguraban un empate técnico. Era el fin de la era Bush, y los estadounidenses olvidarían pronto que ZP había permanecido sentado al paso de la bandera de las barras y las estrellas.

Pero la reacción es muy puñetera, y ofreció a Bush una victoria aplastante sobre su contrincante, y ZP deseó haber permanecido en el anonimato.

Pero el hombre es animal de costumbres, entre ellas la de tropezar una y otra vez en al misma piedra. Y ZP, aunque algunos no lo crean, es todo un hombre, Por esa razón, en 2005. Se marchó a Alemania para apoyar al socialdemócrata Gerhard Schröder, y muy satisfecho de la tarea volvió a España y habló del fracaso de Ángela Merkel… días antes de que fuera nombrada canciller. Desde entonces, Schröder trabaja para E.ON y no quiere ni oír hablar de su correligionario español. Al parecer cruza el índice y el corazón y exhala suspiros parecidos a éste: "¡Lagarto, lagarto!, remarcando la "erre" con un cierto deje prusiano.

Supersticiones, si se quiere, pero, como dicen en Aragón, "a ningún ‘por si acaso' le fastidiaron". Por ello ha sorprendió que la candidata socialista al Elíseo, Ségolène Royal, llamara en su auxilio a ZP para el cierre de campaña en Toulouse y le haya convertido en su referencia de campaña. Algunos la han calificado de heroína, otros de temeraria, y unos terceros han dado en suicida.

Pero ella ha respondido que son dos almas gemelas. Es más, ambos países guardan un cierto parecido. Por ejemplo, Ségolène cuenta en su haber político como la ministra que empezó a repartir en los colegios franceses píldoras postcoitales a las adolescentes, a espaldas de sus padres, y aún odia más a los cristianos que el mismísimo Zapatero (aunque éste no está dispuesto a dejarse adelantar). Si digo que ambos electorados también se parecen es porque aquí el reparto de PDD lo hace el popular Gallardón, pionero en la materia, hombre dispuesto a que lo laboratorios Schering, ahora Bayer, obtengan el mayor beneficio posible con cargo a los madrileños. Y más: el enemigo francés de Royal es Sarkozy, el hombre que alude al cristianismo francés con el mismo entusiasmo con el que predica las uniones de hecho o el aborto.

Los franceses tendrán que elegir como los españoles, entre Málaga y Malagón. Dos almas gemelas, dos países gemelos: nacionalicémonos tanzanos.

Eulogio López