Mis contactos con Manuel Fraga han sido tan escasos como desagradables. Es uno de esos personajes con los que es imposible la amistad y el diálogo: o te sometes a su imparable grosería o le mandas al cuerno. Las dos veces que me he topado con él, he corrido el riesgo de que sus guardaespaldas me atizaran por eso: por mandarle a freír espárragos. Vaya esto por delante, de otra forma, me parecería está engañando al lector.

No me ha sorprendido la encendida defensa que ha realizado Manuel Fraga del alcalde madrileño Alberto Ruiz Gallardón, muy similar a la de Zapatero y Mariano Fernández Bermejo, en el diario ABC del pasado sábado 19.

Y es que don Manuel -quien, para entretener sus ocios, acaba de solicitar renovar en el Senado- está muy preocupado por aquello que intentan "derechizar" el PP, entre los que no se cuenta, claro está, Gallardón. Para don Manuel, el PP es centro-reformista, y ruego al lector no se cachondee al escuchar tan profundo concepto.   

Fraga fue un ministro de Franco, y como se sabe el general se ubicaba en la izquierda moderada, pero les aseguro que no anda desencaminado en sus definiciones. Porque lo que sí es don Manuel es un progresista de tomo y lomo: autoritario y fascistoide, aunque siempre se ha denominado liberal, que es el apelativo que prefiere para autodefinirse... de autoritarios y fascistoides. Pero eso no es incompatible con ser progresista. Un progre de derechas, naturalmente, pero que cumple con rigor el mandamiento único de la progresía: Abajo los curas y arriba las faldas.

Y ya lo era cuando la Ominosa, cuando ocupada sillón en el Pardo. Su ley de prensa fue traducida, cantada por los ‘Cebrianes' del momento como la aurora de la democracia, enseguida fue traducida por el pueblo de la siguiente guisa: "Con Fraga, hasta la braga".

Lo que me recuerda que está mal desear que alguien se muera, pero no que se vaya al Cielo. No se porque me he acordado de la máxima justamente ahora.

Como buen progresista -de izquierdas o de derechas, que esto sólo es el apellido- Fraga considera que el pueblo es ingobernable, y que la única manera de que no incordie y permita gobernar a los que siempre lo han hecho -por ejemplo él- consiste en ofrecerle pan y sexo. O sea, igualito que Zapatero, aunque ambos se diferencian en que Fraga es liberal y ZP socialdemócrata. Corrijo: el uno es centro-reformista y el otro de izquierdas. No es lo mismo.

Eulogio López

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