Me dicen que el Papa Francisco está hasta el birrete de sus liantes compatriotas. Tiembla cuando uno de ellos aparece por Roma. La verdad, no me extraña.

Todavía quedan retinas irritadas ante el espectáculo forzado por aquellos kichnerianos que fueron a visitarle y, con premeditación y sin previo aviso, le colocaron a Francisco, a guisa de delantal, esta leyenda "Yo también estoy contra el fracking", esto es, a la fractura hidráulica. Yo les habría dado un par de tortas, pero esta es una de las razones por las que nunca llegaré a Papa.

La fractura hidráulica se ha convertido en la nueva monserga ecologista. Estados Unidos era antes importador de gas, uno de los combustibles clave para la humanidad. Pues bien, ahora se ha convertido en exportador de gas gracias al 'fracking'. Claro que hay una diferencia importante entre Europa y Estados Unidos. En USA todo lo que no está expresamente prohibido está permitido. Aquí es justamente al revés. EEUU es más libre.

Y ahora tenemos que aguantar que Barack Obama, tan ecologista él a la hora de promocionar la matanza de concebidos, pero tan capitalista a la hora de atesorar dólares, aconseje a los europeos, durante la última Cumbre energética celebrada semanas atrás, que se dejen de tonterías y, ante su carestía energética, se pongan manos a la obra en la fractura hidráulica. Pero los ecologistas tienen maniatados a los europeos, y dicen que no: que ni energía nuclear, ni fractura hidráulica, ni… todos a la caverna. Es decir, hacia donde nos lleva siempre el progresismo.

Y es que el 'fracking' es otra obra maestra del ingenio humano. Multiplica el gas y el petróleo que puedes obtener y aprovechar recursos hasta ahora desechados. Los norteamericanos lo han aprovechado para librarse del chantaje de los países productores de petróleo y gas (Rusia, Irán, Arabia Saudí, Venezuela, etc.).

Es que puede terminar con el paisaje. Pues mire usted, volvemos a las mismas: el hombre necesita alimentos y energía para sobrevivir. Primero el hombre, luego el paisaje. Y el paisaje sólo para poder dejarlo en orden a las generaciones futuras, no por sí mismo. Primero el hombre, luego el medio ambiente.

Si por los ecopanteístas fueran, la raza humana debería sacrificarse para mantener el medio ambiente… medio puesto a disposición del hombre.

Mientras, Rajoy intenta convertir a España en paso del gas hacia Europa tras la crisis de Crimea. Pero eso sí, con la fractura hidráulica no se atreve, eso sería demasiado osado para un europeo y para un español. Lástima.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com