Sr. Director:

Se acaba de hacer público el informe de la ONU sobre el Sida. La situación no puede ser más alarmante: más de 40 millones de personas infectadas y la cifra sigue creciendo día a día. Pero nuestros gobernantes, en vez de asumir el problema y poner soluciones se dedican, como siempre, a echar balones fuera. Acusan a la Iglesia, como no, de ser la culpable de la situación. Y se quedan tan satisfechos.

El problema ha sido desviado. Los culpables son otros. La responsabilidad ya no es suya. Cualquier persona con un mínimo sentido crítico y un elemental conocimiento de la doctrina católica puede deducir por sí misma que si se cumplen sus preceptos de orden sexual el riesgo de contraer SIDA es inexistente. Pero esto a los gobiernos progresistas y demagogos no les importa nada.

Lo importante es tener siempre a mano un chivo expiatorio para enmascarar la realidad que no se quiere asumir: las políticas antisida basadas únicamente en el preservativo son y serán siempre un fracaso. Excepto, evidentemente, para las empresas fabricantes de preservativos que año a año, fruto de la política sexual en vigor, incrementan sustancialmente sus beneficios. Es lamentable que haya tenido que ser Uganda quien enseñe a los países civilizados el camino correcto en la lucha contra el SIDA: Abstinencia, Fidelidad y, en último término, Preservativo. Pero estos países civilizados, entre los que se encuentra España, se empeñan en no ver la realidad y siguen promoviendo las relaciones sexuales como si de un juego se tratara. Lo más grave es que no estamos hablando de un fracaso sin consecuencias. Estamos hablando de un fracaso cuyo coste se cifra en miles de vidas humanas en España y millones en el mundo. Y parece que a nadie en este Gobierno le importa.

Gerardo Marín Carreño

papa@marincarcedo.com