La Asociación por el Derecho a Morir Dignamente, ha sido recibida con alegría por el ministro de Justicia, ese hombre de bien y librepensador, llamado Mariano Fernández Bermejo. Los dos representantes no se parecen para nada a Pili y Mili, pero responden a los nombres de Cesáreo Caballero y César Caballero, que no es el mismo, al revés de lo que ocurre con Ortega y Gasset.
Bien: los puntos sobre las íes. Lo que más me ha preocupado de la reunión es el comunicado final de don Mariano, en el sentido de que el Ejecutivo socialista, el presidido por Rodríguez Zapatero, se encuentra en un periodo de "reflexión profunda". ¡Cielo santo, los cimientos de la civilización se desmoronan! ZP reflexionando ya sería como para echarse a temblar, pero si, además, se trata de una reflexión profunda, miren ustedes, la tragedia se cierne sobre nosotros.
La familia Caballero, no sé si de sangre pero seguramente ideológica, quiere dos cosas: que el doctor Montes, de Leganés, sea nombrado Premio Nobel de la Vida y que cese el encarnizamiento terapéutico.
Veamos, el doctor Muerte realizaba sedaciones, pero siempre se le iba la mano y sus pacientes se morían. Eso sí, no se enteraban de qué se moría. Los familiares de los tales pacientes, que fueron los que le llevaron a los tribunales, albergaban la estrafalaria teoría de que el doctor Montes no era quién para decidir cuánto debían vivir sus familiares hospitalizados, y la aún más absurda doctrina de que, si alguien debe opinar sobre el nivel de sedación es el interesado, no el médico, y, si no pudiera, las personas unidas a él por un lazo de afecto que, presumiblemente, son sus familiares.
En definitiva, que el doctor Montes no es quién para decidir quién vive y quién muere.... mayormente.
En segundo lugar, el encarnizamiento terapéutico, donde opera el mismo principio. Quienes nos oponemos a la eutanasia decimos que una cosa es suprimir el dolor aunque acelere la muerte y otra matar para evitar el dolor, siguiendo el principio, básico en los eutanásicos de que "muerto el perro se acabó la rabia". Principio, por lo demás, plenamente aplicable a los perros, pero no a las personas.
Por último, también creen que el médico es un técnico, muy cualificado sin duda, pues cuida de algo tan importante como nuestra salud, pero sólo eso, un técnico. Convertirle en cómplice de un homicidio puede resultar incómodo incluso para él mismo. Porque ya saben lo de Tolkien: "Si no eres capaz de dar la vida no te apresures a otorgar la muerte".
Por lo demás, el trasfondo de los eutanásicos no deja de ser el odio a la debilidad, una de las características de la sociedad moderna.
Estoy seguro de que todo lo anterior es hablar por hablar porque, tratándose de una reflexión profunda, el Gobierno Zapatero ya ha tomado buena cuenta de todos esos pormenores.
Eso sí, creo que los provida deberían pasar a llamarse Asociación por el Derecho a Vivir Incluso Dignamente (APDAVID). Los progres siempre han tenido una empanada mental digna de un luchador de sumo, pero hay que reconocer que saben dar con los nombres más eufónicos.
También les aconsejo que no dejen de solicitar una entrevista con "don Mariano el amargao", un hombre de reflexiones profundas, quien estará encantado de recibirles, con los brazos abiertos. Estoy convencido.
Eulogio López