"El mundo no va a ninguna parte, en el sentido en que lo decían los viejos optimistas progresistas o los viejos pesimistas reaccionarios. No va hacia El Mundo Feliz, que el señor Aldous Huxley describió, odiándolo, ni hacia la vieja utopía que el señor H. G, Wells, pintó con agrado. El mundo es lo que vieron los profetas y los santos. No mejora en general ni en general empeora. El mundo sólo hace una cosa: tambalearse. Pero, en sí mismo, no es un progreso, ni siquiera un proceso. El mundo no es una escalera, es un balancín".
Son palabras de Chesterton, muy útiles para analizar la actual Europa, amenazada hoy por progresistas aborteros y por reaccionarios que piensan en términos bancarios y son incapaces de distinguir entre dar y prestar y confunden la banca con la solidaridad.
Eulogio López
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