Las celebraciones marcan la identidad cultural y social de una colectividad así que modificando las celebraciones tradicionales, por ejemplo, trasladando a los lunes todas las festividades para evitar puentes, consigues alienar al más pintado.
Por ejemplo, los comunistas cambiaron todas las festividades religiosas y sociales -fiestas de la independencia, etc.- en la Europa oriental, al igual que lo habían hecho, siglo y medio atrás, los revolucionarios franceses hicieron lo propio e instalaron su propio calendario.
Otra forma de robarle al pueblo su identidad, y la identidad de los españoles es cristiana, consiste en, siempre en nombre de la liberalización, permitir que los comercios abran todos los días del año, es decir, en domingo y demás festividades religiosas. Un ataque directo a los cristianos, porque el mandato de dedicar el domingo a Dios y prescindir de actividades laborales no imprescindibles, no ha prescrito.
Esto es lo que pretende ahora la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, quien se dispone a aceptar que los comercios de la capital abran todos los días del año sin horario. Todo sea por la eficiencia, es decir, por el dios-mercado.
En el caso de la liberalización de horarios comerciales, además, medidas como la de Aguirre benefician al grande frente al pequeño, al fuerte frente al débil, al tiempo que se precariza el empleo. ¿Por qué la gran superficie puede permitirse abrir 24 horas al día 365 días al año? Pues porque su empleado cobra menos que el pequeño propietario en su tienda.
Vamos, que la media de Aguirre, además de anticristiana, liberaliza pero no libera. Todo lo contrario.
Eulogio López
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