El ministro de Defensa, José Bono, insiste en que "como socialista" quiere garantizar la solidaridad e igualdad entre todos. La vicepresidenta De la Vega recuerda que seguirán trabajando en el procedimiento de cálculo. Maragall presiona al Gobierno, mientras los barones se revelan. Ha estallado la paz en el partido del Gobierno a cuenta de las balanzas fiscales: las cosas del comer.
Alto y claro ha hablado este viernes el ministro de Defensa, José Bono. Ha advertido que no era el ministro de Hacienda y que, por tanto, no está en el asunto como lo está en los temas de sus competencias. Y es que, ya saben, Bono es un patriota, "pero no dej de loj tanquej". Cosas veredes.
El caso es que el ministro de Defensa ha tratado de recordar el acuerdo de Santillana del Mar hace dos veranos. En su interpretación, del acuerdo de la ciudad cántabra, el PSOE salió con el compromiso de que no tuviera más derechos quien más impuestos pagara. "Sería obsceno que un ciudadano se presente en un hospital con la declaración de la renta y exigiera que por pagar más impuestos tuviera más médicos y enfermeras", señala Bono, quien continúa su argumentación afirmando que, de la misma manera, resultaría igual para las regiones o provincias o comunidades autónomas. "Esto es lo propio de la solidaridad, que con los impuestos de todos se financian servicios iguales para todos con independencia del nivel de renta o de su domicilio". Más claro, agua.
Más. Bono insiste en que los socialistas deben saltar las fronteras, "sobre todo las del territorio", y recuerda el eslogan de todo socialista de pro : "A cada uno según su trabajo y sus necesidades y no según sus fueros o sus ancestros". En su opinión, esta formulación es más justa y más moderna que la que proponen algunos.
Bono se quedó muy a gusto. Dijo todo lo que quería decir en la línea de lo ya expresado por los barones socialistas. No vamos a permitir que nadie rompa los criterios de igualdad y solidaridad. Pero el ejemplo del ciudadano en el hospital es turbativo. Don José, usted sí que sabe comunicar. Todo un Gobbels del socialismo moderno.
Lo más divertido vino cuando la vicepresidenta fue preguntada sobre si el Gobierno cumpliría con su compromiso de estudiar el procedimiento de cálculo de las balanzas fiscales a la luz de las declaraciones de Bono. De la Vega respondió que "el Gobierno siempre cumple con sus compromisos". Para que quede claro. O sea, que sí. División abierta en la misma mesa de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
El problema de cálculo de las balanzas fiscales es complejo porque como explica el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, los impuestos no están pensados para ser cedidos. Además, no están claros los criterios de imputación de determinada inversión. Por ejemplo, se pregunta el ministro de Economía, Pedro Solbes, ¿a quién debe de imputarse una infraestructura en Aragón que beneficia a Cataluña y Castilla?
Solbes insiste en que las balanzas fiscales miden los flujos monetarios, pero no los económicos. Por su parte, el secretario general del PP, Josep Piqué, se muestra partidario de desgajar el debate de las balanzas fiscales de la reforma del estatut o de la reforma de los sistemas de financiación autonómica. Un criterio compartido por Solbes. Si el debate queda separado, ¿para qué se realiza el cálculo? ¿Por mera curiosidad intelectual? ¿No tendrá implicación alguna? Esto resulta tan ridículo como pensar que la Constitución va a ser reformada para que los nombres de las comunidades autónomas puedan ser registrados.
En el fondo de esta polémica, descansa el concepto de nación. Uno practica la solidaridad y el criterio de igualdad a los que se refiere Bono con los suyos. Con el resto, hace lo que puede. Y la afirmación clara y distinta tanto del nacionalismo vasco como del catalán de que España no es una Nación, propicia estos debates. De aquellos barros, estos lodos. ¿Se acuerdan del "Cataluña es una Nación, España no lo es"? Su autoría corresponde a Jordi Pujol. Gracies, molt endeudable.