España es un país dominado por el tópico y lo políticamente correcto. Un tópico es que todo lo que proceda de la Unión Europea es bueno y moderno, ergo, el que se ose interponer un pero, siquiera un matiz no laudable, es un peligroso antisistema, previsiblemente fascista, o por lo menos un chiflado. De esta forma, los españoles nos inutilizamos hasta para contribuir a la mejora de Europa. Recuerden que nada más destructivo que el elogio forzado. En el último Consejo de Ministros, ZP hizo saltar a la palestra al vicepresidente Pedro Solbes y éste, que le está cogiendo el gusto a los mítines, comentó la lamentable decisión de Bruselas sobre una de las normas de Rodrigo Rato. Fue uno de los buenos proyectos -no todos fueron buenos, créanme-, que don Rodrigo hizo en sus tiempos de vicepresidente, y que se puede resumir en una sola palabra: reciprocidad. Si usted quiere comprar una empresa española debe permitir que una empresa española compre una francesa. Añadido: la empresa pública no sólo es in-opable sino que tira con pólvora del Rey. EDF, que de ella hablamos, aunque también podríamos hablar de Suez, exhibe un ‘rating' legal máximo, no porque sea muy rentable, por la sencilla razón de que, cuando tenga problemas, el Gobierno francés no la dejará caer (no dejó caer a France Telecom, que estaba en quiebra). Así, puede ir por el mundo comprando a otras más rentables, como Iberdrola, sin temor a que las más rentables le compren a ella. Sin embargo, la Comisión Europea, ese excipiente de los gobiernos de París y Berlín, riñe al Gobierno español por la normativa Rato para impedir justamente el ventajismo de los franceses. Y el señor Solbes, arremete, no contra la Comisión Europea, sino contra su compatriota, Rodrigo Rato, simplemente porque estamos en elecciones y al enemigo, ni agua. Pero lo peor es que, lo importante en la UE de hoy es, como diría el gasto de Alicia: quién manda. Mandan Berlín y París. Lo otro, los derechos humanos, las libertades públicas, la justicia... no forman parte de sus obligaciones. Mientras no solucionemos la asimetría de empresas públicas y empresas privadas en la reconversión industrial paneuropea, no habrá una Europa de los 27, sino una Europa de dos, de tres, o cuatro, a lo sumo, si quieren introducir a Reino Unido e Italia. Pero nada más. Eulogio López eulogio@hispanidad.com