De entrada, aclaro que no me gusta mucho ni la historia ni la personalidad de José María Ruiz Mateos. Alabo su lucha ante el palo que le arrearon los socialistas en 1981 pero la única virtud de un empresario no puede ser la osadía.

Es una virtud, sí, pero no la única ni puede ser alabada si actúa en la más completa soledad. Por otra parte, el despecho con el que Ruiz Mateos trató a muchos, no sólo a Miguel Boyer, tras su desgracia rebelan que el dolor iba acompañado de rabia y el ansia de justicia de inquina de venganza. 

La expropiación de Rumasa y la intervención de Banesto tienen un punto en común: en ambos casos había razones económicas para intervenir pero éstas fueron la excusa, porque el verdadero motivo era político. En el caso de Rumasa, porque un socialismo recién llegado al poder necesitaba darle un palo a los empresarios y a los católicos -al Opus Dei- para demostrar quién mandaba en el gallinero. En el caso de Banesto, porque Felipe González temía la popularidad creciente de un iluminado Mario Conde.

Insisto, había razones y había motivos espurios, en ambos casos.

Ahora Ruiz Mateos vuelve a la carga, con emisión de pagarés de alta rentabilidad y surge el escándalo. Los capitalistas bienpensantes se escandalizan porque Nueva Rumasa asegura que esas emisiones nunca cotizarán en Bolsa. ¡Qué vergüenza!

Por lo que a mí respecta, considero que es la mejor noticia que podían darle a la economía: una empresa que apela directamente al ahorrador en mercado primario, el que crea empleo, y que decide prescindir del mercado secundario, el que sólo crea especulación. ¡Espléndido, formidable! Toda una originalidad, porque supone la vuelta al origen en el mercado financiero, el regreso allí donde nació.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se rasga las vestiduras dado que Ruiz-Mateos no somete sus pagarés a su supervisión. ¡Qué escándalo! Precisamente la CNMV, que no se entera de nada y a la que los grandes emisores toman el pelo un día sí y otro también. ¿Acaso se ha enterado la CNMV de algún escándalo? El único presidente que se enteró y lo paró, Pilar Valiente en Gescartera, tuvo que dimitir porque la higiene democrática de sus superiores en el Gobierno Aznar necesitaban una higiénica cabeza de turco. Digamos que la teoría de la CNMV es muy sencilla: todo el mundo tiene que pasar por esta ventanilla: eso no servirá para proteger al inversor, naturalmente, como se ha demostrado en la actual crisis financiera, pero así podremos presumir de supervisión, es decir, de burocracia. Ha utilizado la publicidad para suprimir intermediarios y dirigirse directamente al inversor, a Juan Español. Si Juan Español se siente engañado acudirá a los tribunales que es lo que hará en el caso de que la CNMV no le haya advertido del fraude en el que se encontraba.

Hay que ser muy, muy tonto, para fiarse de un emisor por el simple hecho de que la CNVM le haya dado el visto bueno. Y no emite como los grandes y respetables señores del mercado: desde paraísos fiscales.

Los avales de las emisiones son marcas de licor u hoteles. ¿Y qué? ¿Es que el brandy no tiene valor alguno, no es un activo? ¿Un hotel no tiene un valor, no computa en un balance y obtiene unos rendimientos en la cuenta de resultados?

Lo que ha hecho Ruiz-Mateos no es otra cosa que prescindir del sistema que controla el poder político y económico -siempre en estupenda armonía-, prescindir de intermediarios y dirigirse directamente al público.

Dicho de otra forma, ¿suscribiría el abajo firmante pagarés de Rumasa? No, por dos razones: una, no creo en la inversión mobiliaria y dos, por las razones antedichas, no me gusta Ruiz-Mateos, no confío en él. Y estamos hablando de negocio financiero, que sólo tiene una materia prima, la confianza. Pero no porque no se atenga a las normas que impone el poder. Por eso, le aplaudo con ganas. Si usted confía en Ruiz-Mateos no dude en comprar su pagares aunque no estén controlados por la CNMV ni coticen en la Bolsa de Madrid.

Por lo demás, les recuerdo a ustedes que el primer banco del país, el Santander, vendió a los españoles bancos islandeses y bonos Lehman, y que el BBVA perdió hasta la camisa invirtiendo en los productos de un tal Madoff. Y también les recuerdo que la famosa SEC, supervisora de Wall Street, se ha tragado con patatas toda la especulación rampante del mercado neoyorquino que ha llevado a la humanidad a una crisis planetaria -con perdón de Leyre Pajín, quien detenta la propiedad intelectual del concepto-. Pero, eso sí, en Wall Street todo estaba muy controlado y todas las emisiones precisan la aprobación preceptiva de reguladores y supervisores. A quien perdió hasta la camisa en los muy regulados productos financieros eso, seguramente, les consolará mucho.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com