El talante de José Luis Rodríguez Zapatero es virtud cerebral. Tan cerebral, que se aplica a cabezazos, como el que el jefe del destacamento de la Policía Nacional le arreó a un ciudadano en la Plaza Neptuno, a 50 metros del Congreso de los Diputados. Tal Y Como revela el siguiente relato, estamos hablando de un policía progresista, es decir, racional, ilustrado, moderno, liberal, en suma, un librepensador, por lo que más que de un cabezazo hay que hablar de un cerebrazo. Una embestida, si lo prefieren, pero propinada con el cerebro, no con los cuernos, como haría un reaccionario. Y propinada en las narices del agredido, porque la derecha, es sabido, no hace nada con el cerebro y todo lo hace por narices. Y los tenebrosos (calificativo con el que la vicepresidenta del talante español, Teresa Fernández de la Vega, califica a los curas) son aún peor: vaya usted a saber con qué lo hacen.
La cosa empieza a las 8:30 de la mañana del lunes 13, a las puertas del Congreso de los Diputados. A las 9:00 horas comparece ante la famosa Comisión parlamentaria sobre el 11-M, José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno. Acude allí todos los miércoles e incluso más, pero esta vez los celosos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que velan por el hombre con más talante de España decidieron cortar la Carrera de San Jerónimo, arteria central de la capital de España, provocando un atasco de no te menees en plena hora punta. Es más, los policías permitían el paso sólo tras preguntar a dónde se dirigían... y sólo si las explicaciones les parecían correctas.
Así que, la manifestación convocada por el Grupo Risa www.gruporisa.com no pudo tener efecto. De entrada, decir que no me agrada el estilo de esta página. Formamos multitud aquellos a los que el cinismo de la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, nos saca de nuestras casillas, pero no respondemos utilizando el insulto pornográfico para desacreditarla. Pero también me disgusta la campaña mentirosa de El País y del Gobierno, acusando a esta página de estar ligada a la COPE y a la Iglesia cuando saben que no es verdad. Ni tampoco me gusta que les destrocen la página, dentro de la gran campaña contra Internet.
Es igual, lo cierto es que el ciudadano Javier Ángel Ramírez Masferrer acudió a la convocatoria internetera y se plantó ante el Congreso, cuando iba camino del trabajo. Estamos hablando de un ingeniero y arquitecto, no de un batasuno analfabeto y cutre. Simplemente, a las puertas del Congreso, entre una trouppe de curiosos, nuestro protagonista vio entrar a Alfredo Pérez Rubalcaba y gritó : ¡Basta ya de manipulación!
Se me olvidaba comentar que un momento antes, un policía de paisano (la secreta, como todavía dicen nuestros mayores) ya le había pedido la identificación. Pues bien, fue entonces cuando el jefe del destacamento decide que debe ser identificado de nuevo. El secreta le advierte que ya lo ha hecho él, que no es necesario, pero el uniformado (matrícula DGP 3011 J) insiste por tres veces en identificarlo y cachearlo y se lo lleva hasta el furgón policial. En el camino ya comienzan las amenazas. Ramírez no es subido al furgón (IU-55), simplemente le rodean entre los agentes y comienzan a darle patadas, mientras su agradable interlocutor, el del cacheo, le propina un cabezazo, perdón, cerebrazo en todo el rostro.
Cuando les amenaza con demandarles por agresión, el grupo de vigilantes de nuestra seguridad se echa a reír:
-¿Quién te ha agredido? -se peguntan unos a otros- Yo no he visto nada, ¿y tú?
En el mejor estilo de mafia peliculeril, Ramírez es despedido. Su principal agresor se niega a identificarse y el Inspector Jefe no aparece por ningún lado. Lo último que afirma el agredido es todo esto es una manipulación, a lo que el del cerebrazo responde:
-Más se manipulaba antes.
Se supone que antes, era con el Gobierno Aznar.
En el entretanto, en el interior del templo de las leyes, Zapatero, seguramente ajeno a lo que ocurría en el exterior, volvía a hablar de la necesidad de quitar crispación a la vida pública, de diálogo y del necesario talante.
Al final, todo esto es como el viejo chiste de la Guerra Fría, cuando un norteamericano y un ruso discuten sobre las libertades en sus respectivos países:
-En Washington -comenta el norteamericano- tú puedes ponerte delante de la Casa Blanca y gritar: ¡Muera el presidente Kennedy!, y no te pasa nada.
A lo que el ruso responde:
-¡Vaya cosa! En mi país el grado de libertad es el mismo. Tú puedes ponerte delante del Kremlin y gritar: ¡Muera el presidente Kennedy!, y no te pasa nada.
Porque antes se manipulaba mucho más. Dónde vas a parar.
Eulogio López