El submarino británico HMS Sceptre S-104 ha amarrado en Gibraltar para una reparación, siete meses después del escándalo del Tireless, pero, sobre todo, dos meses después de que el Gobierno Zapatero abandonara la histórica reclamación española acerca de la soberanía sobre la Roca. El susto ha sido de tal calibre que en el Ministerio de Asuntos Exteriores se llegó a especular con la dimisión de su titular, Miguel Ángel Moratinos.
Moratinos llamó a consultas al embajador británico y, lo que es mucho más importante, llamó a un equipo de televisión para realizar una declaración que imprimiera firmeza a la postura española. Da lo mismo, ni podrá dimitir, porque Zapatero ya ha declarado a sus ministros que no admite dimisiones, ni podrá evitar que España sea, ahora mismo, el hazmerreír de la diplomacia europea.
Mientras tanto, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, no ha aclarado hoy viernes 4, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, por qué el Gobierno tardó una semana en informar sobre la presencia de este submarino nuclear británico atracado en Gibraltar.
De la Vega sólo acertó a explicar que se ofreció la información cuando se tuvo completa. Y por cierto, hubo una distancia entre lo que se sabía una semana antes y la información tras el atraque. "Al parecer la avería era un poquito más importante", explica la portavoz del Ejecutivo. Y tanto, pasa de estar 24 horas de reparación a 6 días. Y subiendo.
Tampoco explica si el "incidente" suspenderá la reunión prevista para el próximo 11 de febrero para hablar sobre el futuro del aeropuerto. Ni tampoco informa sobre la actuación del Gobierno en caso de que el submarino permanezca más de los seis días previstos: "Desde esta mesa no suelo pronunciarme sobre escenarios que todavía no se han producido". Cintura que tiene la vicepresidenta.
Eso sí, el Gobierno ha mostrado su malestar de manera muy firme. Pero Gran Bretaña se sigue riendo de nuestra soberanía en nuestra mismísima cara. El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha llamado al Foreign Office y ha llamado a consultas al embajador británico en España. Seguro que ha conseguido asustarles. Pero el submarino sigue en Gibraltar y Moratinos sigue manteniendo a Caruana en la mesa de negociación sobre el futuro del Peñón. ¡Pues, qué bien!