La última y definitiva confirmación que me quedaba era el visto bueno de PSOE y PP sobre el mensaje navideño de SM Rey. Ambos han coincidido en aplaudir al monarca, lo cual confirma que se ha tratado de un discurso políticamente correcto, un discurso PC.

De hecho, lo único destacable es que la intervención real ha resultado hasta demasiado PC. Desde quitarle al masculino la nota de género no marcado hasta hablar de los hombres y las mujeres, no ha faltado nada: parecía un discurso escrito por la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega. Se cantaron las excelencias de la incorporación de la mujer al trabajo y a la vida pública, el Monarca repitió con entusiasmo una de las frases favoritas de Zapatero: desde 1978, se supone hemos vivido los 30 años de mayor progreso de la historia de España.

No es ningún secreto que Juan Carlos I se ha entendido mejor con los presidentes socialistas, con Felipe González y, en especial, con Zapatero. El actual presidente ha sido el único, en toda la democracia, a quien el Rey ha alabado de forma personal y directa, abandonando así su neutralidad institucional. Y la amistad que une al matrimonio Zapatero-Espinosa con el formado por Felipe de Borbón y Letizia Ortíz va más allá de la simpatía personal para adentrarse en el florido terreno de la identidad ideológica.

Por contra, Juan Carlos I no se entendía con Adolfo Suárez y, sobre todo, tuvo diferencias graves con José María Aznar. Todo el mundo sabe en España que, si votara, el Rey y el Príncipe heredero votarían a un partido como el PSOE, de historial republicano pero hoy albacea de la opción monárquica.

Por lo demás, insisto, máxima corrección política, incluida la apuesta por la transparencia como medio para luchar contra la crisis financiera. Seguro que hasta Emilio Botín y Francisco González lo firmarían.

En definitiva, un discurso no elaborado por Zapatero pero que Zapatero firmaría con mucho gusto. El PP de Rajoy, en su línea: tirando de la soga dispuesta para su ahorcamiento.

Lo más destacado por partidos y analistas españoles sobre el real discurso navideño han sido las constantes llamadas a la unidad para salir de la crisis. Tirar todos juntos del carro en la misma dirección. Una llamada a la unidad nunca debe ser desechada siempre que no la realice un poderoso. Llama la atención que muchos líderes mundiales, entre otros Barack Obama, hayan aprovechado el discurso navideño para realizar llamada a la unidad. El nuevo inquilino de la Casa Blanca llegó mucho más allá del Reino de España y habló del destino común de los norteamericanos que debe unirnos unos a otros.

Bien está la unidad mientras no borre las diferencias, discrepancia o el pluralismo. Recordemos que ZP exige a la oposición que apruebe sin pegas sus medidas económicas contra la crisis. ¿Sin pegas? Entonces, ¿dónde está el debate, dónde el derecho a la discrepancia? La crisis económica como justificación de actitudes dictatoriales. Este es el peligro.

Menos superficial ha sido el discurso de Benedicto XVI, quien ha advertido que si no se modifica el actual planteamiento de la lucha contra la crisis, el mundo se encamina hacia la ruina. El Papa no pide, como el Rey, transparencia financiera, pues ya se sabe adónde nos ha conducido la mera transparencia, sin generosidad. Y hay dos factores económicos que atentan contra la generosidad y contra la igualdad de oportunidades entre grandes y pequeños -que es la clave del actual desastre-: la especulación y el apalancamiento desmesurado concedido a los grandes, que drenan toda la liquidez, todo el ahorro, al que deberían poder acceder los pequeños.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com