En la mañana del viernes 4, la Oficina Nacional de Auditoría Británica cifró en 937.440 millones de euros el coste de saneamiento de la banca británica (HSBC, Barclays, RBS, Lloyds TSB) que, un día antes de que se declarara la crisis, era aplaudida como ejemplo de solvencia financiera europea.

Es decir, sanear la banca británica ha costado 78 veces más que toda la crisis bancaria española declarada en 1978 y que, aunque la alarguemos hasta 1993, o intervención de  Banesto, nos salió por 12.000 millones de euros. Se me podrá decir que las cifras no son reales, en tanto que el coste real es -a veces- el de los intereses, pero eso no importa porque, en ambos casos, Reino Unido y España, se aplica el mismo método de cálculo. Lo que interesa, pues, es el parangón, porque las comparaciones son odiosas pero muy esclarecedoras. En definitiva, en 30 años los flujos financieros, el dinero que circula por las bolsas, se ha disparado de tal manera que podemos hablar de una nueva dimensión, de una economía financiera, puramente especulativa. ¿Qué diferencia a un empresario de un especulador? Ésta: Comprarás y venderás pero no fabricarás. En definitiva, el siglo XX fue el siglo de la especulación, donde la economía financiera creció de forma desmesurada. El siglo XXI es aquél en el que la economía financiera está ahogando a la economía real.

La única solución consiste en freír a impuestos al especulador y en dejar que los bancos quiebren. Que los gobiernos se limiten a proteger a los ahorradores hasta un límite. El límite español de los 100.000 euros por ahorrador es más que suficiente.

Eulogio López

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