La alcaldesa de Madrid, Ana Botella (en la imagen), se ha mostrado indignada porque su concejal, Ángel Donosteve, ha despedido a un cargo de confianza dado que su condición de madre le impedía dedicar al trabajo todas las horas que su jefe requería.

Pues no es un enfado gratuito. En todas las empresas, directivos -ellos y ellas- se preocupan de no contratar a madres o a las que puedan serlo. Esto es, potencialmente, mejor contratar pocas mujeres. En una generación anti-baby, hemos creado una sociedad -la ha creado el feminismo, no el machismo- en la que lo importante es el trabajo, subir en la escala profesional, triunfar en el mundo.

Lo de la conciliación queda muy bonito pero es un imposible. La forma de resarcir a la mujer por la maternidad es el salario maternal

Sólo que la mujer sufre una discriminación natural que es la de ser madre. No solo por lo que conlleva el embarazo sino por la crianza de los hijos, porque, durante sus primeros años, la madre cumple un papel primordial. Ningún padre puede sustituir a una madre en la gestación y la primera infancia, y si tienen varios hijos estamos hablando de un lapso largo de años, dado que se juntan varios 'enanos' necesitados de la máxima atención.

Y la solución no está en la conciliación, porque, insisto, un varón no puede dar lo que da una madre en los años de embarazo y crianza.  

Como me decía un compañero periodista -por cierto, muy progre-, "¿a éstas quién las ha engañado". Lo cierto es que muchas mujeres, las mujeres, alentadas por las proclamas feministas, se han engañado a ellas mismas. Y lo de la conciliación no deja de ser una ayuda que no soluciona nada.  

Si yo fuera mujer optaría por quedarme en casa durante todo el periodo de crianza de los hijos y, una vez encauzados éstos, intentaría reintegrarme al mundo laboral.

El esquema ideal me parece la mayor formación posible para las mujeres durante sus años de estudio, luego dedicarse a criar a sus hijos y una vez criados incorporarse o volver al mundo laboral. Esto es difícil en España, país aquejado de juvenalitis, con un paro explosivo y con salarios bajos, lo sé. Pero de eso no tienen culpa los niños sino los adultos.

En cualquier caso, la mujer no está discriminada laboralmente, ni en ningún otro sitio, antes al contrario, en algunos aspectos de la vida se le exige menos que al varón. Pero si está discriminada en el ámbito laboral por el hecho natural, no social, de la maternidad. También podemos optar por la barbaridad Apple y Facebook: congelar óvulos para ser madres a eso de los 50, pero no parece muy adecuado, ni para la madre ni para el hijo.

Insistimos: lo que puede hacer el Estado para defender a la mujer de esa marginación natural, pero evidente, llamada maternidad, es instaurar el salario maternal: un salario por cada hijo que traiga al mundo. No es una subvención sino un salario, y justísimo salario, además. Al traer hijos al mundo la mujer aporta a la sociedad y al Estado, sacrificando sus intereses profesionales, aquello que la sociedad, el Estado, más necesita: futuros contribuyentes.

Y de la misma manera que subvencionamos la educación -la pública más que la privada- debemos subvencionar la maternidad. Con más razón, porque sin niños, desaparecemos.

Lo que la conciliación trata de lograr es un imposible: que una madre rinda en el trabajo lo mismo que una mujer no madre y un varón. Las mujeres más inteligentes lo tienen claro: la superwoman se parece a los supermanes en una cosa: ambos son entes de ficción.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com