Durante la década de los años 90, el periodismo estadounidense vivió multitud de escándalos que afectaron la reputación de la prensa escrita. El precio de la verdad narra uno de ellos, en concreto el que sucedió en The New Republic, una sesuda revista de actualidad, en la que se descubrió que su reportero estrella había inventado la mayoría de los trabajos que había firmado.
El precio de la verdad no llega a ser tan documental, ni tan rigurosa, como, por ejemplo, la clásica Todos los hombres del presidente, pero pone el dedo en la llaga sobre uno de los problemas actuales del periodismo: la búsqueda de la exclusiva al precio que sea, sin importar que queden en el camino los valores éticos que debe respetar cualquier profesional de la información. Curiosamente, el personaje más interesante de la película no es el infractor (interpretado por Hayden Christensen, conocido por su papel de Anakin en la saga de
El precio de la verdad no es redonda pero apunta temas sobre la ética profesional, muy habituales en el mundo del periodismo actual. Supone un excelente debut, detrás de la cámara, del hasta ahora guionista Billy Ray.