Que no se diga que no somos progres. El Ayuntamiento de León reserva una calle para el orgullo gay. Y la Comisión de Derechos Humanos (¿?) de las Cortes de Castilla y León acaba de aprobar la financiación del cambio de sexo. Así, los castellano-leoneses serán tan progres como los andaluces. Eso, pocos días antes de que Zapatero anuncie la cumbre de presidentes para negociar sobre financiación sanitaria.

Las cifras son poco significativas presupuestariamente -300 millones de euros-, pero marcan un posicionamiento moral. Por cierto, una moral y cultura propuestas por el PSOE. En este caso, por el socialista Ismael Bosch. Ya saben: unos gestionan los dineros públicos y otros marcan la pauta de dónde hay que gastarlos. Permanezcan atentos a su bolsillo, porque en breve van a financiar 120 castraciones a razón de 2.500 por barba, con perdón.

Por supuesto, en dicho montante no se incluyen los tratamientos psicológicos que exigirá que a posteriori uno siga sin encontrarse a sí mismo. Y es que el gran problema del mundo moderno es de aceptación. Y cuando no nos queremos a nosotros mismos, pretendemos que el resto nos financie ser quien no somos. "Hágame usted un Rockefeller, por favor". Y dirigirse contra la naturaleza siempre sale carísimo. Porque la realidad es testaruda y termina por imponerse siempre.

Pero hay quien prefiere pensar que la realidad es un "constructo social" modificable. Y bajo esta filosofía, todo es posible, hasta el cambio de sexo. Lo malo es que no todo es posible. No podemos cambiar nuestra fecha de nacimiento, ni elegir quiénes son nuestros progenitores, ni tampoco el sexo que somos. No tenemos, somos. Y eso marca nuestra realidad vital. Negarlo es tener un problema. Y esta sociedad absurda, no sólo acepta como normal lo que resulta patológico, sino que encima está dispuesto a pagarlo. Por supuesto, posteriormente tendrán que pagar de nuevo el estropicio, y así hasta el déficit final. ¿A que suena bonito?

Ya está bien de chorradas centro-reformistas, que convierten a los transexuales en moneda de medalla de aceptación social. Basta ya de complejos castrantes, nunca mejor dicho. Ya es hora de que el sentido común impere y que la malversación de fondos públicos se congele. Por nuestros bolsillos y por el bien de los afectados. ¿Hay alguien normal ahí?

Luis Losada Pescador