"Compruebo con tristeza cómo en diversos países de tradición cristiana se pretenden introducir o ampliar legislaciones que despenalizan o liberalizan el aborto", añade el Santo PadreComo publicamos en Hispanidad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó y exigió  en diciembre de 2012 a Costa Rica que apruebe la Fecundación In Vitro en sus leyes civiles, que es tanto como coaccionar a este país que se supone que es libre. Y también, la CDIH abrió las puertas a la despenalización del aborto en toda Hispanoamérica al afirmar que "el embrión no puede ser entendido como persona" y redefiniendo la concepción, asegurando que ésta "tiene lugar desde el momento en que el embrión se implanta en el útero".

El Papa Benedicto XVI habló claro contra esta sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que -también lo hemos dicho otras veces- pertenece al Nuevo Orden Mundial, un conjunto de organizaciones de todo tipo que pretenden cambiar la mentalidad cristiana y respetuosa con la ley natural de todo el mundo y en particular de Hispanoamérica.

El 7 de enero, en su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, -recuerda Noticias Globales- el Papa hizo explícita referencia al "reciente fallo de la Corte interamericana de derechos del hombre, relativo a la fecundación in vitro, que redefine arbitrariamente el momento de la concepción y debilita la defensa de la vida prenatal".  Además, Benedicto XVI también hizo mención implícitamente a la ofensiva abortista en todos los países de Hispanoamérica, aunque no sólo en ellos, sino también en naciones como Irlanda: "Al mismo tiempo, compruebo con tristeza como en diversos países de tradición cristiana se pretenden introducir o ampliar legislaciones que despenalizan o liberalizan el aborto".

Benedicto XVI, también mencionó que "sobre todo en Occidente, se encuentran lamentablemente muchos equívocos sobre el significado de los derechos del hombre y los deberes que le están unidos. Los derechos se confunden con frecuencia con manifestaciones exacerbadas de autonomía de la persona, que se convierte en autorreferencial, ya no está abierta al encuentro con Dios y con los demás y se repliega sobre ella misma buscando únicamente satisfacer sus propias necesidades".

Es "el olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia. En efecto, ¿cómo se puede llevar a cabo un diálogo auténtico cuando ya no hay una referencia a una verdad objetiva y trascendente En este caso, ¿cómo se puede impedir el que la violencia, explícita u oculta, no se convierta en la norma última de las relaciones humanas

En realidad, sin una apertura a la trascendencia, el hombre cae fácilmente presa del relativismo, resultándole difícil actuar de acuerdo con la justicia y trabajar por la paz. (…) Si la glorificación de Dios y la paz en la tierra están estrechamente relacionadas entre ellas, es evidente que la paz es, al mismo tiempo, don de Dios y tarea del hombre, puesto que exige su respuesta libre y consciente".

El Santo Padre se refirió a la dignidad trascendente de la persona humana y a los principios inscritos en su naturaleza, entre los que figura en primer lugar, el respeto a la vida humana en todas sus fases, insistiendo en que "el aborto directo, es gravemente contrario a la ley moral".

Más adelante, el Santo Padre advirtió que "la paz social esta amenazada también por ciertos atentados contra la libertad religiosa: en ocasiones se trata de la marginación de la religión en la vida social; en otros casos, de intolerancia o incluso de violencia contra personas, símbolos de identidad e instituciones religiosas.

Se llega también al extremo de impedir a los creyentes, especialmente a los cristianos, contribuir al bien común a través de sus instituciones educativas y asistenciales. Para salvaguardar efectivamente el ejercicio de la libertad religiosa es esencial, además, respetar el derecho a la objeción de conciencia. (…) Prohibir, en nombre de la libertad y el pluralismo, la objeción de conciencia individual e institucional, abriría por el contrario las puertas a la intolerancia y a la nivelación forzada".

El Santo Padre, una vez más, defendiendo a los más débiles: el embrión, el no nacido, el objetor de conciencia. Porque en el siglo XXI, la Iglesia sigue hablando claro de derechos humanos y libertades y de respetar la dignidad humana.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com