Probablemente, la definición más inteligible de relativismo sea la más simple y más antigua, la de Campoamor: "En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo depende del color el cristal con que se mira". En cualquier caso, Benedicto XVI continúa siendo el gran periodista, capaz de resumir en un titular, en un destello, la más profunda de la filosofía. El padre Lombarda, su portavoz, resume en Zenit uno de sus discursos, que pasó un tanto inadvertido. En él, Joseph Ratzinger llega a decir que nuestra civilización parece odiarse a sí misma, y percibe en ella cierta tendencia suicida. En efecto, la principal razón del suicidio, para hombres ya para sociedades, es la falta de sentido de la vida. En la civilización cristiana se percibe además un deseo de apoyar a cualquiera que ataque sus principios cristianos, y una obsesión pro negar a cualquiera que "se sienta en posesión de la verdad". Esto es, a cualquiera que crea en algo.

A este respecto, Chesterton respondía con su retranca habitual: "Al tratar con los que expresan con arrogancia sus dudas, no es buen método decirles que cesen de dudar. El buen método, es más bien, decirles que sigan dudando , que duden un poco más, que cada día experimenten nuevas y más extravagantes dudas con respecto a todo lo que contiene el universo, hasta que por último, alguna extraña luz llegue a iluminarlos y puedan comenzar a dudar de sí mismos".

Eulogio López