"En Camboya he comprendido el concepto de la gratuidad, he visto el agradecimiento de corazón. He aprendido a dar y a recibir".
Quien así habla es monseñor Enrique Figaredo Alvargonzález, sacerdote jesuita y Prefecto Apostólico de Battambarg (en la imagen). Lleva 27 años en Camboya, donde ha consagrado su vida a ayudar a los más necesitados. Los premios y reconocimientos que ha recibido este hombre, cuyo apelativo, Quique, mencionan sus familiares y conocidos con alegría -como si su sola mención invocara el optimismo- son innumerables.
Sin embargo, de lo que se siente más orgulloso este asturiano de 53 años es de su sobrenombre. El obispo de las sillas de ruedas: en Phnom Penh fundó en 1991 "la Casa de la Paloma" (Banteay Prieb), donde se imparte educación y formación a los niños mutilados por las explosiones de las minas antipersona, y donde ha desarrollado talleres para que los propios mutilados construyan sillas de ruedas siguiendo el modelo Mekong (una silla de ruedas fabricada con madera y que tiene tres ruedas). "Cuando un discapacitado, ya sea un niño o una persona mayor, dispone de una silla de ruedas, su perspectiva de la vida cambia. Me siento bendecido por las personas con discapacidad a las que hemos podido ayudar".
Camboya, un país que aún sufre la huella del genocidio de Pol Pot y la crueldad de los Jemeres Rojos, le ha dado mucho a este hombre de 53 años de vitalidad desbordante: "me ha evangelizado. Me ha enseñado el color de a vida. La dignidad de estas personas para las cuales comer todos los días o tener un lugar donde ir no es algo que puedan dar por hecho, es impresionante".
Define Camboya como un lugar lleno de esperanza, que empieza a salir de sus cenizas, un lugar donde "el 50% de la población es menor de edad, es un país de niños y de jóvenes que estamos viendo cambiar a una velocidad impresionante".
Desde el año 2007, como responsable de la Cáritas de Battambarg, monseñor Figaredo está al frente de un proyecto realizado en común con Inditex de salud y desarrollo comunitario, que se ha vuelto a renovar este año. María Angeles García, del equipo de implantación Social de Cáritas España, que apoya la iniciativa, lo define así: "El objetivo del programa de desarrollo comunitario intenta incrementar el nivel socioeconómico a través de múltiples actuaciones: Desde las ayudas nutricionales o sociosanitarias al apoyo a sistemas de agricultura sostenible, así como el acceso al crédito y a las estructuras de la comunidad a personas que habitan en las aldeas".
Como responsable de Cáritas en Battambarg, Camboya, desarrolla un ambicioso programa de salud y desarrollo comunitario Se trata de un plan muy ambicioso que también pretende "mitigar los efectos de las catástrofes naturales, muy comunes en Camboya, apoyar especialmente a niños, madres y mujeres embarazadas; reducir la mortalidad infantil y las condiciones de salubridad del agua, mejorar la higiene e instruir sobre condiciones de higiene, adiestrando y preparando a comadronas, por ejemplo, sobre las condiciones de asepsia en las que han de tener lugar los partos, preparando y pagando a comadronas", afirma María Ángeles García, quien añade que lo mejor de este y otros programas que desarrollan con Inditex como partenaire es que es implican un compromiso con los colectivos más desfavorecidos en los lugares donde ellos tienen implantación "y cumple con toda las cadenas de valor. Es decir, todos los proveedores respetan los derechos humanos y a sus trabajadores".
El programa mejora las condiciones de vida y el acceso a la sanidad de 64 aldeas aisladas y 32.588 familias, y de forma indirecta favorece a 114.000. Hablamos de personas mayores, discapacitados, habitantes de zonas sin acceso al agua potable, bebés con bajo peso al nacer y niños con problemas de desnutrición en un país proclive a los desastres naturales donde el 65% de la población carece de una alimentación adecuada y la atención sanitaria primaria cubre tan sólo al 16%.
También destaca la extraordinaria importancia de las ayudas alimenticias: "Hay muchos niños y las madres son muy jóvenes. La comida suplementaria que se les pueda dar a las madres tanto durante la gestación como cuando ya han dado a luz y están en periodo de lactancia es muy importante. Hay estudios que señalan que mejora la química entre madres e hijos si éstas pueden alimentarles debidamente". La carencia de lo más básico, denuncia Figaredo, destroza el desarrollo del niño y puede perjudicar la relación con su madre.
Hace tan sólo unos días este obispo infatigable vivió un momento muy emotivo. Una asociación de campesinos llegó a la Prefectura para presentar sus productos en una exposición "con una sencillez, una elegancia y un orgullo imponentes", explica monseñor Figaredo. Tres de ellos eran discapacitados y dos de ellos pertenecían a minorías étnicas. Una señora mayor se levantó y dijo: "yo no sé de tecnicismos, pero quiero dar las gracias al apoyo de Inditex. Comemos mejor, tenemos higiene, médicos, estamos donde tenemos que estar'.
Asegura el obispo de las sillas de ruedas que cualquier ayuda es bienvenida. Y le gustaría contar con la generosidad de Inditex al año que viene para poder abordar otros proyectos, como la mejora en las condiciones de una cárcel que no es más que un barracón, "sin luz, obscuro, donde personas del mismo sexo están hacinadas en condiciones sobrecogedoras. Hay que humanizar aquello y dar respuesta a los retos que se van planteando".
El obispo de las sillas de ruedas define así a los camboyanos, un pueblo que sobrelleva una situación de posguerra con altísimos niveles de pobreza, desempleo y epidemias: "Es una gente alegre, sonriente, acogedora, con mucho afecto, muy apegada a sus costumbres, orgullosos de sus país y extremadamente hospitalarios. Hay una bondad muy grande en su sencillez. Es como si el pecado original no hubiera caído por aquí".
Sara Olivo
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